miércoles, 30 de noviembre de 2022

Verano de 1960-1961

 Las actividades de verano en Argentina eran agitadas en medio del clima cálido y húmedo de Buenos Aires. 

Foto de 1960, tercer año de la división de Rita

Noviembre marcaba el final del año lectivo y el comienzo de las actividadess de verano: exámenes de diciembre (como el exámen de piano de fin de año y/o la oportunidades de recuperar un curso reprobado); reuniones de evangelización, programas de Navidad, escuelas bíblicas de vacaciones; campamentos de la iglesia en las sierras de Córdoba y la conferencia anual en Río Cuarto. Todo eso además de las reuniones semanales y las clases en la Escuela Dominical. 

 ¡Ah, y también hubo una boda en nuestro Templo ese verano! 

Durante algún tiempo, mis padres habían estado experimentando otros factores estresantes, como, por ejemplo, la falta de gas para cocinar. Mientras leo sobre esto ahora en las cartas que escribieron, me doy cuenta de cuán inconsciente era yo entonces de los inconvenientes que enfrentaban ellos diariamente.

El 18 de noviembre, mis abuelos hicieron referencia a una carta de papá: "Solon escribe sobre sus dificultades para obtener gas para cocinar, por lo que tenían que usar una cocina a querosene". (De hecho, esto había estado sucediendo en octubre, cuando teníamos la casa llena de gente). "Luego, Solon tuvo que hacer cola durante más de una hora y 40 minutos solo para obtener un boleto de ómnibus".

Papá escribió sobre su paso por Huinca Renancó:  

Desde el 11 de noviembre he estado aquí en este esfuerzo evangelístico. Hemos tenido muchas oportunidades de contactos personales y agradecemos al Señor por ello. Las reuniones nocturnas han ido aumentando en número e interés cada noche. Hasta la fecha no hemos tenido profesiones pero ha habido varias victorias. Algunos han entrado a la iglesia por primera vez habiendo estado en contra de ella anteriormente. 

Una de las cosas muy interesantes aquí [en Huinca] es ver el fruto de la semilla sembrada hace años. La palabra de Dios no vuelve vacía. Hace unos siete años, el pastor actual comenzó a tratar con cierto muchacho que dijo que nunca entraría a la iglesia. Su hermano mayor fue el primero en hacer profesión de fe, luego vino Eduardo que no quería pisar la iglesia. Más tarde, Eduardo ganó a su madre y luego a su padrastro. Su madre era una mujer muy católica pero, ¡qué fiel es ahora al Señor! 

Sin embargo, mi corazón está apesadumbrado por los innumerables pueblos que no tienen testimonio del Evangelio.

Curiosamente, años más tarde ese joven, Eduardo Coria, se convirtió en pastor de la congregación de Don Bosco y vivió durante muchos años con su familia en la casa pastoral que se añadió al Templo. Se podría escribir un libro sobre su vida y ministerio. 

El 19 de diciembre, mi mamá escribió a sus padres, contando que papá había salido temprano esa mañana en el ómnibus de las 07:30 a Río Cuarto para una reunión especial donde se decidiría sobre un nuevo pastor para uno de los pueblos.
Su quinta crecía con abundancia después de la lluvia. Cultivaba lechuga, habichuelas de Kentucky, acelgas y zapallitos. (Echo de menos esas calabacitas verdes.)
También mencionó mi examen de teoría musical (solfeo) que me permitiría enseñar, si quisiera. Lo único que recuerdo es el elegante cuaderno en el que había caligrafiado con tinta china todas las lecciones de teoría. Tres años más y podría obtener el título de Profesora. 

Más tarde, Lynn iba a rendir un examen para entrar en la misma escuela a la que asistía yo. 

En sus recuerdos, Lynn escribió: 

La escuela en Argentina es gratis y obligatoria hasta el 6to grado. Cualquiera que quiera ir a más estudios debe aprobar un examen de ingreso, y muchos no lo logran. Fui el primer suplente y tuve la suerte de que alguien abandonó para ir a otra escuela sino mi educación se habría truncado en ese momento. Así las cosas, pude ingresar a la escuela (la Escuela Normal de Quilmes) pero no me permitieron elegir qué idiomas estudiaría. Me asignaron a una clase que tenía inglés y latín como lenguas extranjeras. De esa experiencia surgen dos notas graciosas.
Mi profesora de inglés de segundo año era una mujer desaliñada, de mediana edad, que tenía un título de maestra pero no había avanzado mucho en su pronunciación. Si eras británico, estadounidense o incluso australiano, notabas que su acento no estaba ni cerca. Claramente era una argentina que no tenía oído para los idiomas. Me divirtió un poco su horrible pronunciación de palabras en inglés hasta que se dio cuenta de que estaba sentado en la última fila riéndome de ella. Por este comportamiento me calificó con cero y apenas terminé el curso obteniendo un 10 en los otros dos trimestres. 
En cuanto a latín, apenas acabé el curso los dos primeros años, y debía rendir un examen justo antes de mi cuarto año para poder aprobar y pasar al próximo curso. Como salimos para los EEUU poco después, todavía está pendiente ese exámen. 
Sin embargo, me embromé, ya que fui a la universidad y elegí como especialidad el idioma griego con el fin de prepararme para el ministerio. El griego es muy similar al latín en su estructura gramatical, así que terminé teniendo que tomar muchas pruebas que podrían haber sido incluso más difíciles que el examen de recuperación en latín.

Afortunadamente, a mí no me tocó recuperar ninguna materia durante diciembre, aunque, viendo las calificaciones se nota que Zoología e Historia no eran mi fuerte.

Lo más destacado del mes de enero fue ir al campamento Cerro San Lorenzo. Allí nos encontramos con muchos queridos amigos. Mirtha, luego de varios años postrada en cama, pudo asistir y participar.

En el campamento: Mirtha (arriba) y Rita (debajo)

Poco tiempo después nos volvimos a encontrar en la Conferencia anual que se llevó a cabo en Río Cuarto, sede denominacional, del 12 al 14 de febrero.

El 27 de febrero le escribí a Mirtha y me llevó todo un párrafo contarle cuánto la extrañaba y necesitaba saber de ella. Luego relaté los acontecimientos desde las Conferencias. Cuando llegábamos de regreso a Don Bosco, nos vino al encuentro en bicicletam Julio, uno de los jóvenes de nuestro grupo, y corrió a contarle a Delia. Luego, juntos los tres, fuimos repartiendo las ansiadas cartas de los queridos amigos cordobeses.

Pasé a contarle a Mirtha sobre la boda memorable.
 
Sabés que la semana pasada se realizó el rimer casamiento en nuestro templecito. Se casó la hermana de Mabel . . . María Carmen Devesa y Esteban Juan Raspe. Ellos asistían a la Iglesia de Constitución, pero decidieron realizar la ceremonia aquí . . . fue muy sencilla, se realizó por la mañana. Ella tenía un vestido corto. Mi mamá, Mabel y yo adornamos el Templo y quedó tan hermoso que toda la gente se quedó admirada, no pensaban que iba a estar tan lindo. Y la novia se emocionó tanto  . . .

 Si no me equivoco, esa fue la única vez que toqué la marcha nupcial, y con nuestro pequeño armonio portátil.


El 1 de marzo, escribí una última carta antes del comienzo del año escolar. Describí en detalle mi rutina durante las dos semanas de la Escuela Bíblica de Vacaciones.
Resulta que todas las tardes repaso aquí en casa la lección que debo enseñar, luego descanso un rato, luego tomo algo caliente (té sin leche lo mejor para la salud, o mejor dicho para mí), y entonces más o menos a las 4 y 30 a 5 y cuarto voy al Templo para repasar allí la lección otra vez, pero esta vez poniendo las figuras en sus respectivos lugares en los respectivos fondos que elegí al llegar al Templo pues los fondos los guardamos o mejor dicho dejamos allí en el Templo . . . Después de hacer esto salgo a buscar a "mis chicos", con 30 minutos de tiempo más o menos pues generalmente tengo que esperar que se preparen y tomen la leche.

La carta continuó unos días después: 

Esta mañana terminaron las Escuelas Bíblicas de Vacaciones. Estuvieron muy lindas, a mi parecer, aunque no hubo gran asistencia. Esta mañana tuve una clase hermosa de doce chicos. Roberto y Ely se turnaban para enseñar la clase de los más grandes (porque Roberto trabaja y sólo vino los sábados y domingos). Y también enseñó Mirtha Fischer esa clase hoy . . . Mabel tuvo el relato misionero  o mejor dicho varios (uno por día), después los días que ella no pudo venir (ayer dio exámen de taquigrafía, etc.) enseñamos el relato Pirincha, Julio y yo.

Incluyo estas citas de las cartas antiguas porque son muestras de nuestra correspondencia adolescente que contienen registros precisos de eventos olvidados hace mucho tiempo y, sobre todo, ilustran la participación de nuestra juventud en el ministerio.

Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días de angustia y se acerquen los años en que dirás: “No encuentro placer en ellos” (Eclesiastés 1:1).

Pachín