sábado, 30 de septiembre de 2023

Pachín

Recuerdos de Ángel Camandona, apodado Pachín.


TRAYECTORIA—DICIEMBRE 1963-ENERO 1966

Corría el año 1963. Yo cursaba el post-grado del Instituto Bíblico de Almafuerte.

Desde hacía seis meses vivía en el templo de la Iglesia de los Hermanos de la ciudad de Río Tercero, Córdoba, Argentina. Ángel (Cacho) Díaz y Sara Siccardi, matrimonio, hacía poco pastoreaban la iglesia de los Hermanos, reemplazando al Pastor Jack Churchill, el cual se mudó a la ciudad de Almafuerte, para seguir con la dirección del Instituto Bíblico.

Yo colaboraba con Cacho, en el grupo de jóvenes, en la escuela dominical y visitaciones.

En el transcurso de ese tiempo, recibí una carta del pastor Solon Hoyt, de la Iglesia de los Hermanos en Don Bosco, provincia de Buenos Aires, Argentina.

En dicha carta me hacía una invitación a tomar el pastorado de la mencionada iglesia, pues él y su familia se mudaban.

Grande fue mi sorpresa, por supuesto!!

Naturalmente que oraba buscando la voluntad de Dios. Consulté con mi prometida para ser mi esposa, Ester Galli, con Cacho, Churchill, Pastor Siccardi.

No fue una decisión fácil, pero entendí que era la voluntad de Dios.

Significaba un tremendo desafío.

Sin experiencia pastoral . . . reemplazar a un gigante pastor como Solon Hoyt . . . cambio a una ciudad inmensa como Buenos Aires, yo, un ex-campesino . . . sólo con instrucción primaria y cinco años en el Instituto Bíblico . . . iba a ser mi primer pastorado . . . próximo a contraer matrimonio . . . luego padre primerizo. 

Así y todo acepté la invitación del Pastor Hoyt.

Luego de la graduación y despedida del lugar tan querido que fue el Instituto Bíblico de Almafuerte, de mi pastor Luis Siccardi y familia, de Cacho y Sara de Díaz y su congregación que llegué a amar . . . y, por supuesto, de mi familia campesina, padre y hermanos . . . emprendí el viaje a la gran capital.

El Pastor Hoyt y su familia me alojaron amorosamente en su casa de la calle Chiclana 1074, Don Bosco, unos cuantos días, poniéndome al tanto de algunas cosas, conociendo algunos hermanos, a varios los conocía ya, especialmente a jóvenes en los campamentos.


También colaboré con él, un poco en la casita pastoral que él estaba edificando anexada al Templo de la esquina Calles Cramer y Bermudez. 

También me llevó a conocer los anexos de la iglesia, ubicados en las localidades de Quilmes Oeste y Villa Domínico, cercanas a Don Bosco. Ambos lugares funcionaban sobre dos tranvías que el Pastor Hoyt consiguió en desuso porque ese medio de transporte dejó de funcionar en Buenos Aires. Ingeniosamente, el Pastor Hoyt, gran trabajador, su esposa y un grupo de sus jóvenes los cortaron por la mitad, uniendo dos para hacer un salón de reuniones con sus asientos originales. En total eran cuatro tranvías, dos en cada anexo.

Antes de la Navidad de 1963, la familia Hoyt viajaba a Estados Unidos para su licencia, pero ya no regresarían a vivir en Don Bosco.

Previo a la Navidad tuvimos en la iglesia una ceremonia emocionante donde el Pastor Hoyt me encomendó al Señor para el pastorado delante de la congregación. Los hermanos de la cual me recibieron con amor fraternal.

Por supuesto que los hermanos despidieron  al Pastor Hoyt y su familia con mucha emoción . . . pues el Pastor Hoyt,  había fundado esa congregación y servido con amor y tremendo esfuerzo, espiritual y físico por muchos años.

Yo, en ese momento no cobraba dimensión de lo que sucedía. Hoy a la distancia del tiempo, debí sentirme indigno de reemplazarlo.

Luego de unos días, varios hermanos fuimos a Ezeiza para despedir a la familia Hoyt . . . hasta ver el avión desaparecer en el horizonte.

¡¡Allí comenzaba mi primer pastorado!!

Sin duda la congregación sintió el impacto, pero su amor y comprensión en Cristo fue un apoyo para mí. El grupo de jóvenes compartió conmigo el ministerio en las predicaciones, así como el trabajo en los anexos, mayormente con los niños.

Así fueron transcurriendo los meses hasta llegar el fin de abril de 1964 cuando viajé a la ciudad de Córdoba. Allí debí hacer todos los trámites para mi casamiento con Ester Galli. La fecha fijada fue el 30 de mayo. Dicha ceremonia fue presidida por el pastor Lynn Schrock, acompañado por el pastor Jack Churchill.

Luego de tan especial acontecimiento y luna de miel, emprendimos el viaje a Don Bosco. Mi flamante y hermosa esposa Ester, con 20 años recién cumplidos, y yo, también con recientes 26 años, llegamos a Buenos Aires.

Nos alojamos en la casa de los Hoyt, quienes con inmenso amor nos brindaron el lugar con todo completo. Disfrutamos esa casa durante un año. Mientras tanto se siguió construyendo la casita pastoral.

Tuvimos con Ester el ministerio en Don Bosco, Quilmes Oeste y Villa Domínico habitualmente con niños y algunos mayores en los anexos. Ester tenía clases en la escuela dominical y yo predicaciones, hacíamos visitaciones.

Ester quedó embarazada de quien sería nuestra primer hija, Adriana, la cual nació el ocho de marzo de 1965.

Por supuesto eso nos produjo un gran gozo. También en nuestros hermanos quienes nos habían recibido con una hermosa bienvenida cuando volvimos de luna de miel. Ahora lo hacían con esta noticia. No faltaron regalitos y saludos cariñosos. Su embarazo no impidió que Ester siguiera en sus tareas hogareñas y algo limitado en otras cosas. 

Tengo una anécdota. En ese tiempo iba a la iglesia Ana Podestá, que vivía con su padre a una cuadra de la familia Devesa. Su papá enfermó y tenía principio de demencia. Decidimos con Ester acompañarla de noche unos días. Una vez don Podestá se estaba afeitando con navaja. Yo me acerqué al baño y él me desconoció. Trató de agredirme. Él era un hombre fornido, había sido carnicero. Aunque yo también era fuerte. No sé que hubiera pasado. Anita su hija apareció calmándolo. El Señor nos guardó. 

Más adelante, don Podestá hizo una decisión para Cristo en un momento de lucidez. En ese año 1964, falleció. La ceremonia de su sepelio fue mi segunda vez que despedía a una persona en mi ministerio. La primer vez que lo hice, un tiempo antes, fue don Devesa, quien aunque su esposa e hijas eran cristianas, él era muy duro. Pero el Señor lo salvó a tiempo.

Ambos sepelios, repito los primeros en mi ministerio, fueron realizados en el cementerio británico de disidentes en Quilmes, que yo no conocía.

Pastor Nelson Fay

Un día llegó a casa el pastor nelson Fay. Me trajo de regalo una bicicleta de damas, marca Phillips inglesa original. Había sido de su papá, misionero en Paraguay, ya fallecido. Aunque me resultaba un poco chica, me fue muy útil en el ministerio. Tal es así que la usé para ir a Quilmes Oeste para trabajar algo en los tranvías o visitar a alguien. 

Lo mismo sucedió con Villa Domínico. Lo hacía con mucho gusto por la gracia de Dios. Era joven y fuerte. 

Esa bicicleta, que en este tiempo, 2023, tendría unos cien años, me acompañó durante 44 años de mi ministerio. La guardo como recuerdo.

Llegó el día de nicimiento de Adriana. Recién supimos en ese momento que era nena. Gracias a Dios nació muy bien. También gracias a Dios, Ester era atendida en la Capital Federal por el médico cristiano Eduardo Bedrossian en su clínica, quien, por ser yo pastor, nos atendió todo el tiempo gratis—un armenio muy buen médico y buen cristiano.

Por supuesto al volver a Don Bosco, los hermanos compartieron nuestra alegría.

Al poco tiempo nos mudamos a la casita pastoral.

Dios nos seguía bendiciendo como familia y en el ministerio.

No teníamos cama matrimonial. Una hermana viuda, la Sra. de Siles tenía una y nos la regaló.

No teníamos heladera. El Pastor Marshall, de Villa General Belgrano, nos regaló una Servel a kerosene. Quien también nos regaló una cunita para Adriana. 

La familia Churchill que regresaba a Estados Unidos, nos regaló un corralito.

Nunca podemos olvidar todo esto.

Reiterando por cierto, la bondad de los Hoyt de darnos su casa con todas las cosas durante más de un año. Ellos volvieron ese año a la Argentina pero para mudarse a Almafuerte y hacerse cargo de la dirección del Instituto Bíblico.

Estando en la casa pastoral, recibimos por tres meses a Maisie Boore y Loida Enrici de Almafuerte, Córdoba. Ellas iban a hacer un curso de Lapen con la Srta. Krieger. Las alojamos lo mejor que pudimos.

La iglesia nos daba un sostén y también recibimos ofrendas particulares. Sin desmerecer a nadie, sólo menciono a doña Josefa de Devesa, quien llegaba a menudo con una empanada gallega, o doña Princic con huevos frescos de sus gallinas.

Ester iba a la feria, a una cuadra de la iglesia, una vez a la semana y compraba lo más barato—verduras, fruta, carne, etc.

No podemos, ni debemos, olvidar esos dos años vividos en Don Bosco. Está fresco en nuestras mentes, de mis 85 años, y 79 de Ester, a los 59 años de nuestro matrimonio, con cinco hijos y once nietos—los años que Dios nos dio en Don Bosco, Quilmes y Villa Domínico.

La paciencia, el amor de los hermanos en soportarnos. Estoy consciente, con el correr de los años, que cometí muchos errores. Sé que algunos de los hermanos no quedaron conformes conmigo en Don Bosco. Ya no los puedo reparar.

Nos fuimos dando cuenta delante del Señor que ya nuestro tiempo en ese lugar que había llegado a sernos querido, ya había terminado. Por eso decidimos volvernos a Córdoba. Ester estaba de nuevo embarazada.

En enero de 1966 nos volvimos. Yo había aceptado una invitación del Pastor Schrock para tomar en el campamento un estudio sobre Filipenses. Ese fue mi último estudio que preparé en mi escritorio del altillo del Templo en Don Bosco. Sentado en una silla que ma había regalado el Sr. Rocobertón, carpintero amigo de Mr. Hoyt.

Olvidé mencionar que no teníamos lavarropas. Una tía de Ester le regaló uno viejo a turbina. Tendía la ropa en la azotea del Templo que había edificado el Pastor Hoyt. 

¡¡¡Hasta ahí nos ayudó Jehová!!!

El Señor, juez justo, juzgará mi conducta y ministerio de esos años.


Pachín