Mientras mis padres, con habilidades lingüísticas aún limitadas, enfrentaban el desafío de construir su hogar en un nuevo país, yo muy feliz exploraba mi nuevo territorio.
Hasta el momento, escribió papá después del primer mes, no hemos hecho más que buscar una casa e intentar instalarnos. Ciertamente se necesita tiempo para acomodarse y tratar de vivir decentemente.
Incluso tener un colchón bien hecho era un suplicio. Tuvieron que comprar lana cruda, pedirle a una señora que la lavara y luego secarla bien. . . Y luego, que el colchonero haga el colchón. ¡Qué trabajo y qué olor! La lana estaba sucia, grasosa, llena de estiércol y todo lo demás. Dicen que la lana pierde un tercio de su peso al ser lavada. Se pueden comprar colchones hechos, pero generalmente tienen lana sucia y cuando hace calor huelen a corral.
Además
del problema del colchón, agregó mamá, todavía
no tengo cocina ni lavarropas. . .ambas están pedidas, pero no han llegado.
Tendremos que pagar alrededor de u$s 175. Me disgustó un poco leer que [mi
hermano] Harlan pagó u$s 49 por su lavarropas. Todavía recuerdo una cocina
hermosa en Montgomery Ward's que desearía haber traído, pero no lo hice. Lo más
complicado es que Rita está teniendo un gran apetito desde que nos instalamos
en esta casa. Y ahora que le han salido los dientes caninos, ya no puedo
preparar la comida lo suficientemente rápido para ella. Se sube a la silla alta
que le pedimos prestada a los Dowdy y repite: "Quiero comer". La
mayor parte del tiempo tengo que conseguirle algo rápido si quiero lograr un
momento de tranquilidad.
A mis padres, los muebles y los electrodomésticos les resultaban caros en Argentina. Sin embargo, mamá encontró consuelo en que la comida era bastante barata. Por 1kg de carne deshuesada pagamos menos de u$s 0.25, escribió. Hoy, por unos u$s 0.19 compré 1 kg de pata de cordero. Por 3 litros de leche pagamos u$s 0.10. En ese momento en Estados Unidos, un galón de leche (3,75 litros) costaba u$s 0.70.
En una carta posterior, papá escribió: El otro día compramos manzanas (100 por u$s 0.37), envasamos casi 14 litros en almíbar. Hace unas semanas, logramos lo mismo con unas hermosas peras. Todo hecho con gran dificultad porque lo único que teníamos era un “calentador”.
Los alimentos tenían precios muy razonables, pero estaba el problema de la refrigeración. Papá escribió: Un hombre nos traía hielo para la heladera a hielo, pero ahora no tiene suficientes clientes para continuar las entregas a domicilio, así es que tenemos que conseguirlo nosotros mismos. Para mí es un gran problema porque no tengo nada con qué cargarlo, ni siquiera una carretilla. En una carta posterior, cuenta que me llevaba al mercado y que traíamos el hielo en la parte trasera del cochecito.
Para solucionar este problema, mis padres querían comprar una heladera que funcionaba con kerosene, pero costaba entre 600 y 800 pesos [170 dólares estadounidenses]. En un momento, papá escribió: El hermano Dowdy y yo estamos pensando en fabricar una. Si supiéramos el gas refrigerante con el que funcionan, imaginamos que lo lograríamos.
Ambos eran grandes “manitas”, aficionados al bricolaje.
Papá pasaba gran parte de su tiempo en el taller del hermano Dowdy. Explicó: Sentí
que teníamos que acomodarnos antes de que pudiésemos hacer algo. Ya construí
dos muebles de cocina, dos estanterías para libros, una mesa de mecanografía y
una mesa para el mimeógrafo. Luego agregó: Por cierto, estas cosas se hicieron
casi en su totalidad con las cajas que trajimos de Estados Unidos. Ese era mi
padre, siempre ingenioso y sin desperdiciar nada. Mamá agregó que la madera era
muy escasa y los muebles que podrían haber comprado eran de mala calidad. Estos
que hemos hecho podemos llevarlos a donde vayamos.
Mamá contrató a una joven para que la ayudara a encerar los pisos. Las tormentas de polvo son comunes en esa zona. Todos nuestros pisos son de baldosas muy lisas que muestran el polvo enseguida, por lo que hemos decidido encerarlos y quitarles el polvo todos los días. Esto será más fácil que lavarlos diariamente. La joven comenzó a ayudar de forma regular por u$s 5 al mes.
El martes 2 de abril de 1946, papá cumplió veinticinco años. Ese mismo día llegó la nueva cocina. Mi mamá escribió: Tuvimos una gran celebración de cumpleaños en nuestra casa. Éramos diez alrededor de la mesa. . .comimos un gran asado de ternera, puré de papas y salsa, coliflor, requesón, puré de manzana, tarta y helado. La Sra. Dowdy hizo las tres capas para la torta y yo la glaseé. También trajo la coliflor y la mezcla para el helado. . .y algunos de sus platos.
Lynn y Lois Schrock, la otra joven pareja de misioneros con la que hubiéramos navegado en septiembre si nuestras visas hubieran llegado a tiempo, fueron los invitados sorpresa de Río Cuarto. Se quedaron con nosotros esa semana. Fue bueno tenerlos con nosotros, dijo mamá. Mientras estuvo aquí, la Sra. Schrock aprendió a tejer y Lynn hizo un puesto para revistas.
El miércoles de esa semana, mis padres tuvieron su primera lección oficial de idioma. Durante las dos primeras semanas, la maestra sólo pudo darles una clase de media hora; estaban decepcionados. Necesitamos dos horas a la semana, si no más, escribieron. Sin embargo, ella les había asignado una tarea previa: traducir un artículo de La Voz, una revista cristiana. Ya estaban usando su limitado lenguaje diariamente y papá, incluso, estaba preparando un sermón en español para leer en la iglesia, luego de que la maestra encontrara tiempo para revisarlo y, eventualmente, hacer correcciones.
Una semana después del cumpleaños de papá llegó el costoso lavarropas. Es una belleza y creemos que nos servirá mucho, pero ahora mismo hay algún defecto con los engranajes de los rodillos. Tenemos la garantía, por lo que estamos seguros de que funcionará. Ya teníamos dos fuentones grandes para enjuagar, así que les hice dos bancos pequeños. Estarán sobre ruedas, por lo que serán fáciles de manejar. También compramos una manguera para llenar los fuentones con agua caliente. Ahora mismo lavamos la ropa en el baño porque allí hay un calefón que calienta el agua a medida que pasa por un serpentín. No tiene tanque de almacenamiento, pero ¡calienta lo suficiente!
Mamá estaba ocupada creando un hogar hermoso y disfrutando del proceso. Papá escribió: Kathryn terminó de tapizar el sofá del estudio. ¡Se ve muy bien! En algún momento, espero hacer una silla que le haga juego. Nos divertimos tanto estudiando y trabajando y estudiando y trabajando... Nos parece haber comenzado nuestra vida matrimonial de nuevo.
Muy pocos de nosotros tenemos un registro regular de nuestras propias palabras y payasadas de la infancia y la niñez. Sin embargo, como primogénita en una tierra extranjera, lejos de los abuelos y la familia, las mías se conservaban rutinariamente en las cartas.
Tuvimos un gran susto la semana pasada cuando la bebé se quedó dormida en el inodoro y cayó contra otro mueble en el baño. Se rompieron las puntas de sus dos dientes frontales superiores y se cortó un poco los labios. Lloró durante mucho tiempo, pero finalmente se durmió. [¡Décadas más tarde, tiendo a quedarme dormida ante la computadora!]
Rita se está
volviendo más adorable cada día. Nos sorprende con nuevas palabras y a menudo
dice: ¡Perdón!,
cuando eructa. También dice muchas veces: ¡Gracias! y Por favor... Le dijimos que el
abuelo hizo el mango de nuestro horno holandés y durante bastante tiempo
después lo señalaba y decía: "El abuelo lo hizo".
Rita ora por
ustedes todas las mañanas y, a menudo, quiere sacar las fotos de la repisa de
la chimenea para mirarlas. Ella señala a cada uno y dice: "Gampa" o
"Papa" y "Gamma" y "Tío Phil". También conoce a
la tía Eleanor y al tío Dan. Ahora mismo está sentada en el escritorio de su
papá buscando cosas. El cajón se abre y las cosas van saliendo una a una. -----
“un momentito” ----- Acabo de rescatar unos bonitos trozos largos de mina de
lápiz que se habrían roto en un minuto.
El otro día vino a
casa el “verdulero” y mientras yo iba a buscar algo de dinero, se acercó a la
puerta y dijo “Buenos días” como si fuera ella la que atendiera la compra.
Mis padres
deseaban poder enviar fotos de mi progreso, pero los rollos eran demasiado caros
en Argentina. Pidieron que les enviaran algunos y estaban muy contentos de
recibirlos. El plan era tomarme algunas fotos con las hermosas flores antes de
que llegaran el otoño y el invierno.
En general, la
vida de mis padres fue buena. Enfrentaron dificultades e inconvenientes, pero
tenían las alegrías de la vida familiar, su trabajo y su fe. Resumiendo, mi
padre dijo: Ciertamente estamos felices de estar aquí. Vinimos porque sentimos
que el Señor nos estaba llamando y que sería un lugar para servir donde otros
quizá no elijan ir. Encontramos algunas ventajas distintas. Nunca debemos
preocuparnos por ser despedidos y tener que buscar otra iglesia. Los niños
tienen la oportunidad de crecer bilingües y también de viajar.
Recuerdo las palabras de Jesús en el Sermón del Monte. Más de una vez nos advierte que no nos preocupemos por la vida, la comida y la ropa y todas las cosas que necesitamos para vivir. ¡Él sabe lo que necesitamos y nos cuida más que los lirios del campo! Más bien, “busca primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas te serán añadidas.” (Mateo 6:33)