Luego de la experiencia del viaje y reubicarnos en la
nueva casa, llegó un período de adaptación. Vivimos algunas experiencias
divertidas; otras frustrantes, algunas esclarecedoras. Independientemente de
cómo se sentían, mis padres establecieron una rutina. Superaron las
dificultades del nuevo entorno, compartieron sus creencias y vivieron con
compromiso.
Los altibajos de instalarse están
claramente ilustrados por la saga de "el baúl perdido". Hoy en día,
es bastante común perder una pieza de equipaje durante los viajes
internacionales. La mayoría de las veces, el artículo se entrega o se puede
recoger uno o dos días después. Sin embargo, en 1946, en la lejana Argentina,
pasaron varios meses antes de que supieran el paradero del equipaje
desaparecido.
Papá había enviado el baúl a Nueva
York con tiempo suficiente para que llegara antes de la salida de nuestro
barco, el José Menéndez. Cuando no llegó, dijo: Hice que la compañía
Express enviara un rastreador tras él. Pregunté por el rastreador dos veces.
Cuando finalmente no llegó, le dejé el recibo a Hill Maconaghy [colega
misionero en licencia] y él hizo el seguimiento.[1]
Un par de meses después de nuestra
llegada a La Carlota, mamá escribió: El cajón de embalaje no apareció todavía y si
lo hace no será hasta que lleguen los Maconaghys en mayo o junio. Le dejamos
los documentos en el puerto y él se ocupará de ello. Espero que lo encuentren,
porque contiene algunas cosas que deseo desesperadamente, como manijas para
nuestros muebles, la silla alta de Rita, su Panda, la carretilla roja, ropas,
las herramientas de Sam, etc.[2]
La lista que papá hizo del contenido
refleja valores y prioridades algo diferentes: Contenía 20 libros de
teología, unos diez de los cuales tenía la intención de estudiar durante los primeros
tiempos en Argentina. Uno de ellos era un léxico hebreo que me dio Herman [el
hermano mayor de papá] muy apreciado por mí. [El baúl] contenía
algunas herramientas que no eran precisamente económicas. . . algunos de los
juguetes de Rita y bastantes cortes de tela tanto para Kathryn como para la
nena. También tenía una silla alta para Rita a cuya construcción yo había
dedicado muchas horas, poco antes de viajar.
Un
mes después, en mayo, mis padres experimentaron una noche de buenas / malas
noticias, mi padre señaló: Nuestros corazones se alegraron y luego se
entristecieron esta noche mientras estábamos sentados a la mesa para cenar. Uno
nunca sabe cuándo recibirá el correo aquí en Argentina. A las 6:30 p.m.
recibimos tres cartas. Estábamos felices de tenerlos, pero cuando llegamos a lo
que Pop tenía que decir sobre el baúl que nos vimos obligados a dejar atrás,
nos hundimos en nuestras sillas. Recibió un aviso de que se vendería pronto
porque aún no se había pagado un depósito. Hicimos todo lo que estaba en
nuestras manos para localizarlo y arreglarlo, pero nunca supimos dónde estaba.
¡Es una lástima que hayamos tenido todos estos problemas porque lo envié dos
semanas antes de que el barco partiera. . . y después de todo esto resulta que
lo venderían! Tenemos ganas de llorar, pero el Señor lo sabe todo. Voy a
escribir una carta detallada a Express Co. tratando de explicar todos los
detalles para que, si no obtenemos el baúl, al menos obtengamos el valor
declarado de u$s 150.00.[3]
En junio, se localizó el dichoso baúl y mamá les escribió a sus padres: Sólo
quiero tener una charla con ustedes sobre “ese cajón”. Cada vez que menciono
“ese cajón” a los misioneros de aquí, se ríen y supongo que ustedes también lo
hacen. Acabamos de recibir una carta de Hill Maconaghy. Cito: “Creo que los
meandros de ese cajón están casi terminados. En cualquier caso, está en el
sótano aquí en Filadelfia. Estuvimos fuera un par de días. . . Cuando regresé
el miércoles por la noche, me dijeron que Railway Express me había entregado el cajón de ustedes. Parece estar en buenas condiciones con la excepción de una
esquina donde parece como si hubieran intentado abrirla para identificar el
contenido”.[4]
Luego, en julio, papá volvió a escribir: Nuestro baúl vino con los Maconaghy. Ahora está en Río Cuarto. Lamento no haber pensado en enviarlo a La Carlota directamente, porque por aquí pasa el FF.CC. a Río Cuarto. Probablemente lo traigan la semana que viene o este fin de semana en camión.[5]
Por fin, obtuvimos nuestro cajón y todo estaba en buen estado, escribió Mamá en agosto. Rita
ha vivido un hermoso momento al reencontrarse con todos sus juguetes. Hoy se
fue a la cama con Panda, Dinah y otra muñeca. Quería el perro que le regaló [la tía] Fae, pero no había
lugar para más. El carro rojo con bloques se desparrama por toda la casa. Llama
fielmente a la abuela y al abuelo por teléfono.[6]
Una
semana después, papá escribió: Lo primero que hicimos después de que
abrimos el cajón fue poner las manijas en los muebles de la cocina. Luego
comencé a usar el destornillador y la escuadra que estaban en el baúl. Pronto
encontré el pegamento para armar la silla alta de Rita. Kathryn, por supuesto,
no perdió tiempo en usar algunas de las telas que encontró allí.[7]
A pesar de los desafíos de
la vida diaria en un país extranjero, mis padres no permitieron que nada los
frenara. Así es como papá resumió su rutina: Continuamos con la misma
rutina diaria: estudiamos español y la Biblia, asistimos a las reuniones,
dirigimos el canto, predicamos y enseñamos en la Escuela Dominical y, de vez en
cuando, . . . trabajo en el taller.[8] Estudio, servicio, trabajo manual, en
ese orden.
En abril, después de dos meses en la Argentina y con sólo tres
lecciones oficiales de idioma, papá describió su lucha: Parece que el
español nos llega muy lentamente. Conocemos las palabras. Podemos entender,
pero es muy difícil hablar.[9]
Lynn y Lois Schrock, matrimonio joven en Río Cuarto, se quejaban de
similares dificultades con el idioma: Todavía estamos en medio del
estudio del idioma. A nosotros nos parece que va "regular" o “más o
menos”, como se dice en Argentina.
Los Schrock llevaban más tiempo en el país, tenían más oportunidades de
practicar en la ciudad y ya estaban dando clases en la Escuela Dominical con
regularidad. Aun así, envidiaban mi habilidad infantil para adquirir la lengua. Los
Hoyt nos cuentan la pequeña Rita ha aprendido las palabras y las usa ya como si
fueran en inglés. Nos hace desear haber comenzado hace veinte o más años
cuando, sin darnos cuenta de que estábamos en medio de un nuevo idioma,
hubiéramos comenzado a hablarlo.[10]
Papá
habló de una época en la que la falta de habilidades lingüísticas y el
conocimiento de la cultura agravaron una situación embarazosa. Nuestra
factura de luz llegó ayer y es de 10 pesos con 37 centavos o alrededor de u$u
2.75. Aún no estamos seguros de si será por un mes o más. Fue bastante
vergonzoso. Llegan a la puerta con la factura y esperan que pagues en el acto.
Dio la casualidad de que el efectivo de nuestros cheques aún no nos había
llegado, por lo que no teníamos el dinero. Me costó bastante explicarle por qué
no podía pagar, pero finalmente lo entendió.[11]
Tomó un par de meses resolver la situación del cambio de cheques.
Mientras tanto, papá estaba mortificado. Le debíamos a todo el mundo y
eso me pone peor.[12]
Por fin
llegó algo de alivio, el primero de julio, recibimos nuestro sueldo de
junio. Así de difícil es cobrar esos cheques. Kathryn y yo lo pasamos muy bien
pagando las facturas. Le debíamos 30 pesos a Dowdy, 18 al tendero, 26 leña, 187
diezmos, etc. Ahora estamos libres de deuda y esperamos no volver a tener tales
experiencias.[13]
Desde el principio, papá y mamá estuvieron inmersos en el trabajo
de la misión. Apenas una semana y media después de mudarse a su primera casa en
La Carlota, regresaron a la ciudad de Río Cuarto, a la sede de la misión para
la Conferencia Anual de la iglesia. Ayudaron con los preparativos, como montar
las carpas grandes para comer y dormir, y otros trabajos ocasionales. Habiendo
pasado tan poco tiempo después de su llegada, mis padres participaron en el programa.
Mamá entregó un mensaje para las mujeres a través de un intérprete. Papá tuvo
una lectura de las Escrituras y música especial, así como todas las reuniones
de toma de decisiones con los colaboradores de la misión. Todas estas
actividades además de ayudar en la medida de lo posible con los compromisos
habituales en La Carlota y un par de pequeños pueblos cercanos.
En junio, cuatro meses después de nuestra llegada, escribió papá: Hice
mi debut el jueves por la noche. Di un estudio bíblico. . . No tuve muchos
problemas, aunque uno se siente extraño al leer el sermón después de haber
predicado de otra manera. . . También es extraño preguntarse si los oyentes
entienden las palabras. Sin embargo, a veces me he sentido así hablando en
inglés.[14]
Poco después, aumentó la participación de mis padres en los
servicios. De ahora en adelante predicaré o leeré cada dos domingos por
la noche. Ciertamente, estamos lejos de hablar con facilidad este idioma. No sé
si alguna vez lo lograremos. Kathryn dará una charla para las mujeres el mes
próximo.
Mi padre mencionó su rutina de estudios y me sorprendió saber que
incluía trabajos de posgrado. He estado trabajando para la maestría.
Tengo que estudiar por la mañana porque hay muchas otras cosas que hacer por la
tarde. Por la noche tiendo a quedarme dormido. Por supuesto, no tenemos siesta
durante el invierno. Quizás cuando volvamos a tomar la siesta, no tenga tanto
sueño por la noche.[15]
Llegó el invierno y era difícil calentar toda la casa, especialmente el
estudio de arriba. Esta semana bajamos el escritorio y lo colocamos
cerca de la estufa. Allí es mucho más cómodo. Las temperaturas oscilan con
heladas la mayor parte del tiempo. Nos cuesta acostarnos y levantarnos cuando
hace tanto frío. Logramos conseguir que nuestra única habitación sea bastante
confortable excepto cerca del piso. Por supuesto, con sólo una cortina sobre la
puerta, hay una corriente constante.[16]
Curiosamente, incluso en esa época del año, los mosquitos eran un
problema. Papá explicó por qué: Creo que vienen del patio de nuestro
vecino, peor que un corral. Tienen patos, gallinas y perros y agua estancada.
El olor es terrible y creo que el agua es un lugar maravilloso para la cría de
mosquitos. De hecho, si queremos estar seguros de una buena noche de sueño,
debemos encender un espiral que brille lentamente toda la noche [17]. Así es que, desde temprana
edad dormí con un espiral junto a mi cama. La fragancia que desprenden esos
espirales repelentes de mosquitos sigue siendo una de mis favoritas hasta el
día de hoy.
Sufrimos algunas enfermedades esa temporada. Mamá encontró un
maravilloso remedio para los resfríos. Tuve el comienzo de otro
resfrío, pero lo superé con el remedio favorito: eucaliptus, sólo
que de una forma diferente. Hay muchos de esos árboles por aquí, así que
Margarita me trajo las hojas y las herví en agua, cuando todavía estaba muy
caliente, tomé una toalla y la puse alrededor de mi cabeza y la cacerola, luego
respiré el vapor profundamente.[18]
Rita tiene conjuntivitis . . . escribieron. Es bastante molesto . . . Estamos usando ácido bórico y algo que compramos en la farmacia de aquí, receta del Dr. [19]
Más tarde, en la primavera, apareció otra plaga en nuestro propio patio
trasero. Luego de una lluvia, notamos que el suelo estaba cubierto de
caracoles. Sabíamos que teníamos caracoles, pero no nos dimos cuenta de que
eran como la arena del mar. Son ese tipo de caracol alargado que se ve en el
agua, pero tienen una concha redonda. Los que nosotros allá llamamos “wood
snails” (caracoles de madera). Le preguntamos a nuestra empleada si había algún
polvo o líquido que pudiéramos comprar para matarlos. Ella no lo sabía, pero
pensó que podría conseguir a alguien que los recogiera. Por la tarde, un chico
vino a juntarlos. Debe haber obtenido alrededor de dos o tres kilos de
caracoles. Esos animales viscosos y blandos se revolcaban unos sobre otros. Le
pregunté qué iba a hacer con ellos. “Voy a comerlos”. ¿Qué, vas a comer esas
cosas? "Sí, son riquísimos" Fue muy festejado por ellos. Los sirven
como un manjar en los mejores hoteles de aquí. Más tarde supe que el dueño de
la casa había traído esos caracoles para que se multiplicasen.[20]
Es posible que ignoráramos que los caracoles fuesen un manjar; sin
embargo, nuestra dieta no era de ninguna manera deficiente. Hemos
tenido comidas maravillosas, escribió papá. Kathryn ha estado
probando su nueva cocina haciendo muchos postres. Horneó algunos pasteles y
tartas deliciosas. Espero que no se detenga. Volvimos a cocinar
jamón esta semana. La lechuga, agradable, fresca y crujiente parecía ser
abundante y pudimos comprar bananas. Hemos comido mejor aquí que nunca en
nuestra propia casa en Winona Lake.[21]
Además, mi mamá cultivó un pequeño jardín. En junio les
escribió a sus padres: Ayer comimos por primera vez lechuga de las
semillas de “deer tongue” (lengua de venado) que me dieron. Crece muy bien. [22]
Mis padres disfrutaron de las oportunidades creativas que ofrece la
vida familiar. Mamá cosía y tejía toda mi ropa y la suya propia. También en
junio, escribió papá, Kathryn está haciendo un vestido de manga larga
para Rita con un vestido de pana que le regalaron. Va a quedar muy lindo.[23] Mamá se preparaba para el
clima más fresco.
Luego, en septiembre, con la llegada de la primavera, escribió ella: La
semana pasada me hice un vestido de una tela verde y esta semana uno marrón
floreado con cuello y puños blancos. El material verde que traje de casa y el
marrón fue un corte que me regaló la señora Endecott. Rita todavía tiene un
buen surtido de vestidos, como recordarán, pasé mucho tiempo cosiendo todo.[24]
Mamá tenía buen ojo para la decoración. Ella mencionó que algunos
habían comentado que su cocina se parecía a las que aparecen en las revistas y
añadió: No es exactamente así, pero es mejor que la mayoría y no costó
tanto.[25]
Papá construyó la mayoría de nuestros muebles y todos mis juguetes.
Durante gran parte de ese primer año, papá usó las herramientas del hermano
Dowdy. Es casi imposible para mí imaginar a papá sin acceso a un taller. ¡Una
pequeña anécdota divertida revela que a veces papá me dejab decidir! Rita
ciertamente nos trae muchas risas. Ayer íbamos de la mano hacia la carpintería.
Ella dijo: "Vamos a correr, papá". Así que corrimos un rato. Luego me
miró muy severamente y exigió: "Déjame caminar". Por supuesto, dije
que estaría bien. Luego se echó a reír y dijo: “Lo hice. Rita lo hizo”. Dije:
"¿Rita hizo qué?" Ella respondió: "Rita le dio una órden a
papá".[26]
Además del alivio cómico que yo le proporcionaba, trabajar con las
manos fue para mi papá un merecido descanso del estudio y de todas las demás
tensiones. Estaba firmemente decidido a lograr todo lo posible. Estoy
trabajando para hacer algunas cosas para la casa antes de que llegue el momento
en que no tendré suficiente tiempo. Estoy terminando un mueble para el
mimeógrafo, luego quiero construir un archivo de cuatro cajones. Estoy
intentando hacer un buen trabajo. Voy a copiar el modelo de archivo del hermano
Dowdy. Deberían verlo. Es una obra maestra. Probablemente usaré madera de cedro
para la mayor parte. Es un poco diferente del cedro que vemos en los Estados
Unidos. También quiero hacer un mueble para la máquina de coser de Kathryn y un
estuche y un trípode para su franelógrafo. [27]
El tiempo para instalarse se
estaba acabando y pronto quedarían a cargo de la misión en La Carlota luego de
apenas diez meses. Me abruma comprender la tremenda responsabilidad. Me
asusta pensar en la carga que caerá sobre nosotros el primero de diciembre. Los
compromisos se van a acumular entonces. Estoy luchando en lo posible para
completar algunas de las cosas para las que no tendré tiempo más adelante. Ayer
y hoy estuve trabajando en una puerta mosquitera para la salida trasera. No se
puede comprar tal cosa aquí. Casi nadie los usa. La puerta es tan alta que he
tenido que tener mucho cuidado para que sea lo suficientemente fuerte. Cuando
nos mudamos aquí por primera vez, sin saber cuánto tiempo nos quedaríamos,
simplemente puse un mosquitero en las ventanas y nos arreglamos sin una puerta
mosquitera. Ahora que nos vamos a quedar, estamos haciendo algo más permanente.
Si hubiera tenido mi sierra eléctrica, me habría llevado la mitad de tiempo o
menos. Los motores son tan costosos aquí que voy a esperar hasta que “llegue mi
barco” antes de comprar uno para la sierra. [28]
Las cosas que nos esperan en el futuro cercano parecen casi
insuperables, pero el Señor puede sacarnos adelante. [29]
“Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te
apoyes en tu propio entendimiento; Reconócelo en todos tus caminos, y él
enderezará tus veredas.” (Proverbios 3:5-6)
Hola, mi queridísima hermana-amiga desde cuando éramos aún niñas. Me emociona tu relato, como siempre!!¡Cómo me recuerdan tus papis a los míos!¡Tanto amor y sacrificios!
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