El primer
año terminando de instalarnos en nuestro nuevo hogar, celebramos cumpleaños y
días de fiesta lo mejor que pudimos y nos encontramos con festejos de esta
nueva cultura.
El cumpleaños de papá llegó primero, el 2 de abril, solo seis semanas después de nuestra vida en La Carlota. La llegada de la nueva cocina ese mismo día, junto con la visita sorpresa de compañeros de Río Cuarto, permitió una comida especial, diez personas alrededor de la mesa.
El siguiente evento fue la Pascua, el 21 de abril. No hay registro en las cartas de lo que los misioneros pudieron haber hecho en sus diversos pueblos, solo una descripción de las tradiciones locales. Semana Santa y Pascua eran las principales celebraciones en todos los pueblos. Papá escribió: Esta es la temporada de Pascua. Una celebración grande aquí en Argentina. Anoche (Viernes Santo) a las 6 en punto pusimos a Rita en su cochecito y fuimos a la calle principal para ver la gran procesión. Parecía que toda La Carlota estaba allí para desfilar por las calles con la esperanza de salvar sus almas.
La
procesión comenzó con un niño que llevaba una cruz. Estaba vestido con una
elegante capa blanca. Detrás de él venían unos 75 niños vestidos con sus
mejores galas. Los siguientes en la fila eran hombres y mujeres que llevaban
velas encendidas y cantaban mientras avanzaban. Todas las mujeres llevaban mantillas
sobre sus cabezas.
A
lo largo de toda la procesión hubo tres imágenes. Las llevaban en andas, como
los israelitas lo hacían con el arca. La primera imagen era de Cristo, la
segunda de María y la última de Cristo descansando al pie de una cruz después
de Su muerte. El sacerdote caminaba antes de la última imagen y en cada cruce
de calles, detenía la marcha y cantaba algunas líneas de algo. . . En una cruz
frente a su iglesia está escrito: “Salva tu alma”, así que supongo que estaban
en el proceso anoche. . . La Sra. Dowdy nos dijo que todos los años hacen como
si enterraran a Cristo y algunas personas realmente piensan que el Señor muere
todos los años.[1]
Un par de semanas después, papá se encontró con otra expresión local de religiosidad y escribió: El hermano Dowdy me llevó con él a Reducción para ver las curiosidades en un santuario católico. Del 1 al 3 de mayo vienen personas de todas partes de Argentina a este pequeño pueblo. Cuenta la historia que faltaba, en una gran iglesia católica en otra parte de Argentina, una imagen llamada El Santo de la Buena Vida. Fue retirada, pero pronto se la volvió a encontrar nuevamente allí. Por lo tanto, concluyeron que Dios la quería ahí y que este lugar tenía un encanto especial.Fuera de la iglesia había muchos puestos que vendían todo tipo de cosas muy parecidas a las que se verían en una feria en los Estados Unidos. . . muchas y variadas imágenes, muñecos, camiones de juguete y baratijas, caramelos, fósforos, tabaco y muchas otras cosas. Había varios puestos de juego. . . por vino, dinero y quizás otros premios. Me pregunté de qué se trataba todo eso y descubrí que quienes operan estos stands deben pagar una comisión al cura. Justo a la izquierda de la puerta de la iglesia hay un puesto donde se puede comprar agua bendita bombeada por un molino de viento detrás de la iglesia. . . El interior de la iglesia se parece mucho a los de Estados Unidos. Son, con mucho, los edificios más ricos de cada comunidad. Había una multitud de personas dentro de la iglesia. Me pregunté qué estarían haciendo, y pronto lo descubrí. Se dirigían a las diversas imágenes especialmente la de María y el Crucifijo y le besaban los pies, pasaban las manos por los cuerpos, tocaban el dobladillo de las vestiduras de María y otras cosas. Pronto el sacerdote hizo que la gente se pusiera en fila y los que querían ser confirmados debían formar un círculo. Cuando estuvieron listos, el obispo de esta diócesis llegó arrastrando sus túnicas entre la multitud. Una mujer le besó la mano al pasar.
La confirmación consiste en poner un poco de aceite en la frente en forma de cruz. Luego, el obispo hace tres pases a la víctima diciendo algo en latín y español, y luego tiene el descaro de abofetear a la persona. Algunos de los muchachos no pudieron evitar reírse cuando les hicieron esto. Hay muchísimas personas aquí que hablan mal de su iglesia, los tildan de irracionales y supersticiosos, se ríen de la idea de confesarse con un sacerdote que hace cosas que ni siquiera ellos harían, pero siguen siendo católicos.[2]
Sin tener relación con ninguna fiesta,
el hermano Dowdy planeó otro viaje en junio para visitar otros puntos de la
misión en la provincia. Estaba haciendo todo lo posible por familiarizar a mis
padres con varios aspectos del trabajo. El viernes por la mañana temprano
partimos con él para ir a Huinca Renancó. Nos detuvimos un momento en la casa
de los Dowdy antes de salir del pueblo y cuando Jimmy y Roger se enteraron de
que íbamos a llevarnos a Rita con nosotros, se sintieron tan decepcionados que
decidimos que sería mejor dejarla en La Carlota... Sacamos apresuradamente su
ropa de la valija y seguimos viaje.
Más tarde, mis padres se dieron cuenta
de que habían decidido lo mejor para mí y para ellos. Durante esa aventura de
cuatro días, el clima era frío, los caminos eran peligrosos y los alojamientos
eran impredecibles.
En el camino atravesamos o rodeamos unas
dos docenas de pantanos o lagunas en el camino. Son lugares bajos que se han
llenado de agua. La mayoría de ellos parecen lagos y, a menos que tengan fondos
arenosos, estás condenado a empantanarte. Afortunadamente no nos quedamos
atrapados en ninguno, pero, más de una vez tuvimos la sensación de hundirnos.
Después de dos horas en caminos de tierra llegamos a Laboulaye donde uno de
nuestros trabajadores nacionales, el hermano Siccardi, dirige la obra.[3]
Si yo los hubiera acompañado, podría
haber conocido a Mirtha, la menor de sus cuatro hijos. En los años
venideros, ella llegó a ser mi mejor amiga. Sin embargo, a los dos y cuatro
años respectivamente, el encuentro puede que no hubiese sido tan memorable.
¿Y cómo me fue a mí durante esta corta estancia con los Dowdy? Papá escribió que cuando regresaron el lunes alrededor de la 1:15 de la tarde: Rita estaba bien y feliz y aparentemente no nos había echado de menos. . . nos miró durante un rato y luego se echó a reír.[4]
En el mes de julio, Argentina conmemora su independencia de España. El 9
de julio de 1816, treinta y tres delegados de las provincias unidas —las
Provincias Unidas del Río de la Plata— votaron y declararon oficialmente la
separación del dominio español. Alrededor de esta importante fiesta nacional
argentina, las escuelas tienen un receso de invierno de una o dos semanas,
"las vacaciones de invierno". Las fechas varían cada año. Papá
comentó sobre la confusión resultante de demasiadas vacaciones: Las escuelas
tienen tantas vacaciones aquí ahora que los niños preguntan: "¿Cuándo
volveremos a tener clases?" en lugar de: "¿Cuándo tendremos unas
vacaciones?" La mayoría de las vacaciones son de un día aquí y un día allí
en honor de algún "Santo” del Santoral católico. Esta costumbre se ha convertido en el
hazmerreír de los propios argentinos. Al hombre de negocios le enoja tener que
cerrar su negocio cada dos por tres. Por supuesto, Kathryn y yo nunca sabemos
cuándo esos días han de venir, así que en esos días el panadero trae un
suministro extra de pan a nuestra puerta. Nos sorprende y nos dice que mañana
es fiesta y no van a repartir pan, todos los negocios están cerrados.[5]
El 29 de julio, mamá cumplió veinticinco años, pero no se menciona lo que hicieron. Sin embargo, el aniversario de mis padres se celebró debidamente y se registró por escrito y en fotografías que muestran que mi madre todavía podía caber en su vestido de novia.
22 de agosto: Hoy es nuestro cuarto aniversario de bodas y el trigésimo tercer aniversario de mamá y papá Hirschy. Debo decir que cada año estoy más contento con mi esposa. . . Debe haber sido del Señor. Vamos a celebrar invitando a los Dowdy a cenar. Kathryn hizo un pastel de tres capas anoche: dos capas bizcochuelo y una de chocolate. También nos volvimos un poco extravagantes y compramos jamón cocido al precio de poco más de un dólar el kilo. Puede parecer barato, pero cuando pensamos en el poder adquisitivo del peso pasan a ser más de 6 dólares el kilo.
El 24 de septiembre es la gran fiesta en honor a la patrona de La Carlota. . . Nuestra Señora de La Merced. Nueve días antes de esta fecha comienzan a tener servicios en la Iglesia Católica cada noche. En uno de estos servicios el sacerdote dijo que los evangélicos eran agradables por fuera pero podridos por dentro. En otro, el obispo habló y advirtió a la gente que no se dejara engañar por los regalos de los evangélicos. . . Cuando llegó el gran día, nos sorprendió ver a la multitud en la procesión. Algunos lo estimaron en unas 4.000 personas. Esta vez llevaron una imagen de esa santa por las calles. Cuando pasaron por la casa de los Dowdy, donde algunos de nosotros estábamos parados mirando, el sacerdote gritó: "Viva la patria" y la gente repitió "Viva". Luego “Viva el pueblo”, “Viva la Acción Católica”, “Vivan los niños católicos”, “Viva el cura”. . . Una gran cantidad de personas no piensan bien del sacerdote. . . Más tarde tuve la oportunidad de hablar con un par de hombres a quienes vi en el desfile. Uno me dijo que no creía en todo eso, pero que solo estaba allí para manifestar su fe en Dios. . . . solo porque fue educado de esa manera. . . Otro me dijo que estaba en la procesión porque su familia estaba allí. Este último siguió contándome todas las falsificaciones y supersticiones de la Iglesia Católica.[7]
1 de noviembre. . . es el "Día de todos los santos". Ese día no hay clases y los negocios están cerrados medio día. Mañana es el "Día de los Muertos". Todos van al cementerio y le pagan al cura para que rece por sus seres queridos fallecidos.[8]
El hermano Dowdy y yo fuimos al cementerio. . . Vimos gente rezando por los muertos y supongo que el cura estaba allí, aunque no lo viésemos. Ese es uno de sus grandes días para ganar dinero. Repartimos folletos. . . esta semana también. Se suele tener experiencias interesantes al hacer esto. El hermano Dowdy le entregó un folleto a una señora de unos 35 años y ella se negó diciendo: "Lo siento, señor, pero soy muy católica". Él dijo: "Sí, está bien, pero puede leer esto". Ella continuó negándose. Pasaron dos o tres niños al mismo tiempo y le dijeron a su papá: "Eh, qué curioso, parece que los católicos no saben leer".[9]
En noviembre, para el noveno cumpleaños de Jimmy Dowdy, todos fuimos invitados a la casa de la familia Debanne (nuestra profesora y amiga) para un asado, la típica comida argentina en la que se cocinan una variedad de carnes a la parrilla o al asador.
Papá abrió su siguiente carta con "Ahora nos quedamos solos". El día 19, los Dowdy se trasladaron a Río Cuarto, su nueva misión. Y nos quedamos solos. Bueno, no del todo. Jimmy se quedó con nosotros unos días para terminar el año escolar. El miércoles, tuvimos que llevarlo al programa de fin de año, escribió papá. Duró mucho tiempo y hubo bastante desorden. . . Me gustó el discurso final de la directora de la escuela. . . trató de inculcarles a los padres e hijos el deseo de trabajar.[10]
La Navidad, última fiesta del año, fue recibida con emociones encontradas. Mamá sintió especialmente la frustración de mantener los programas en marcha: la Escuela Bíblica de vacaciones de verano y un programa de Navidad en el que todos pedían participar. Estaban abrumados con la responsabilidad de cuidar el ministerio en curso en cuatro pueblos a la vez. Y la realidad de vivir lejos de familiares y amigos los golpeó especialmente durante esa temporada.
Nuestra Navidad será un poco solitaria este año, escribió Mamá. Sin embargo, lo pasaremos bien de todos modos. La noche del día 25 tenemos una reunión en Los Cisnes y siempre es agradable ir allí y estar con los Debanne. (Ella es nuestra maestra, o más bien lo era, y habla muy bien el inglés.) . . . Hemos estado tan ocupados con las conservas, las Escuelas Bíblicas, etc. que nos olvidamos de las tarjetas y los regalos de Navidad. . . así que nadie recibió ni siquiera una tarjeta nuestra.[11]
La semana siguiente, una carta de mi mamá describía esa primera Navidad en Argentina: Después de la reunión llegamos a casa, acostamos a Rita y colocamos el arbolito de Navidad artificial. El triciclo no llegó de Bs.As. así que le dimos una muñeca que Sam compró en Nueva York (la habíamos guardado para una futura Navidad sin pensar que sería tan pronto). Le hice a Rita un calcetín navideño y lo colgó antes de irse a la cama. Lo primero que dijo a la mañana siguiente fue "¿Dónde está el árbol de Navidad?" Estaba muy contenta con su muñeca, el árbol de Navidad y todo. Fue la Navidad más extraña que hemos pasado; estábamos solos y el clima era caluroso. Olvidé decirles que Rita también recibió una pequeña mecedora de los Debanne.[12]
A los dos años y medio no tenía idea de lo extraña que era esta temporada navideña para mis padres: temperaturas muy cálidas, sin nieve y todo el trabajo que implican los programas habituales de verano. De hecho, todo el primer año en Argentina fue tan nuevo y diferente... Sin embargo, eran estudiantes ávidos y no dejaron que la soledad y el trabajo duro empañaran su celo. Anhelaban que algún día, aquellos con quienes vivían dijesen: “Por lo tanto, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. (Efesios 2:19 NVI)”
[1] 20/04/1946
[2] 4/05/1946
[3] 11/06/1946
[4] 11/06/1946
[5] 14/07/1946
[6] 22/08/1946
[7] 27/09/1946
[8] 1/11/1946
[9] 9/11/1946
[10] 22/12/1946
[11] 22/12/1946
[12] 9/12/1946
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