sábado, 14 de agosto de 2021

El primer verano


    A fines de febrero de 1946 nos mudamos a La Carlota, cuando aún no habíamos vivido un verano completo en Argentina. Mis padres se hicieron cargo del trabajo iniciado en 1938 por Hill y Dorothy Maconaghy luego continuado por Paul y Dortha Dowdy. Cuando a mediados del noviembre anterior se mudaron a otra ciudad, mis padres quedaron solos para llevar a cabo el ministerio en cuatro ciudades.

    ¡Y en diciembre agregaron otro nuevo sitio! Papá escribió: Uno de los creyentes vive bastante lejos del salón. Al darse cuenta de que uno debe tener mucho interés para viajar tan lejos para una reunión, pensó que sería bueno hacerlas en su casa.

    La primera vez fueron 19 personas y 28 la segunda. La asistencia siguió creciendo hasta el punto en que el "anexo" tenía más asistentes que la sala de reuniones principal.

    Las actividades de verano, además de los servicios programados regularmente, incluían un programa de Navidad, Escuelas Bíblicas de Vacaciones en cada pueblo, una semana o más en el campamento y otra en la Conferencia. Los pastores se reunieron en octubre para planificar estas actividades.

    Nélida Nuñez, una joven trabajadora de tiempo completo, fue enviada para liderar los programas de verano en nuestra zona. Programar los cuatro eventos durante todo el verano podía llegar a ser complicado. El primero se celebró antes de Navidad. Otro se pospuso una semana debido al clima. Las lluvias de verano interrumpieron las clases varias veces pero el entusiasmo y la dedicación de mis padres no disminuyeron. Como familia estuvimos presentes para colaborar con cada uno.

    En Alejandro, uno de los pueblos, el punto de misión más antiguo, nos quedamos todo el tiempo. Mis padres llevaban catres y lo imprescindible para pasar las noches en el salón. Mamá escribió: Tenemos dos habitaciones aquí. Una es la cocina con agua corriente y la otra es donde tenemos nuestras reuniones. Dormimos en la sala de reuniones y comemos en la otra. . . Este es uno de los salones más agradables pero uno de los grupos menos alentadores...

    Algunas fotos dicen más sobre las actividades de mis padres. Papá conducía por la ciudad con el altavoz arriba para anunciar e invitar a la gente a las reuniones. Y mamá tocaba el armonio, un pequeño órgano portátil de bombeo a pedal.



    Guardo pocos recuerdos de mis vivencias durante ese período. Sin embargo, uno se destaca en especial. ¿Lo recuerdo, o es que me han contado la historia tantas veces?

    Sucedió que en un viaje a uno de los pueblos, no sé cual, ni cuándo, mi papá y yo viajábamos solos y el auto volcó! Quedé atrapada y salí ilesa por una de las ventanillas.

    Los caminos de tierra eran traicioneros. En las estaciones secas el polvo era tan espeso que los autos se atascaban, y cuando llovía, el barro y los charcos los hacían intransitables.

    Quizá los caminos y las condiciones meteorológicas eran demasiado nuevas para mi papá…

    Una carta recuerda que un par de hombres se habían ofrecido a manejar porque él no conocía las carreteras y sus baches.

    Intercalado entre estos eventos, estaba el campamento de la iglesia en enero. El primero se realizó en 1941, casi como un experimento. Los misioneros habían conocido el impacto de estos retiros cuando jóvenes en su propio país, pero era un concepto extraño en Argentina. Comenzaron siendo muy pequeños, pero el impacto fue tal que la asistencia casi se duplicó al año siguiente.

    Otro desafío era encontrar un lugar adecuado, preferiblemente lejos, en las sierras o en el campo, con sombra, agua y un lugar para nadar. Luego estaba el problema del transporte. Se utilizaron camiones y automóviles para llevar a los campamentistas y el equipo desde Río Cuarto, la iglesia central y sede de la misión, hasta un lugar ideal en las sierras de Córdoba.

    No sé dónde se llevó a cabo el campamento de 1947, solo me enteré que tres hombres, incluido papá, fueron a buscar un sitio en el mes de agosto. Finalmente se establecieron en el mismo lugar que el año anterior.

    Mamá comenzó a escribir una carta a la familia con su hermosa letra un jueves en enero a las 10:30 p.m. En este momento estoy sentada en la carpa del comedor con mucho ruido y griterío a mi alrededor, así que si no se entiende no seria extraño. Tuvimos nuestra reunión vespertina y ahora los chicos están jugando durante un rato.
    El lunes a las 7:30 de la mañana salimos de La Carlota para el campamento. Para la cena estuvimos en la casa de los Dowdy [ahora en Río Cuarto], luego todo el grupo salió alrededor de las 4 de la tarde. Sobre las 18 h. llegamos al campamento.

¿Qué recuerdo yo de ese campamento? Obviamente, a los dos años y medio, nada. Pero cuando miro las fotos, las interpreto con la comprensión agregada por mis recuerdos de muchos años como capamentista. Vienen a mi memoria viajes divertidos cuando íbamos al campamento en camiones.

    Papá continuó la carta: Kathryn no tuvo tiempo de terminar esta carta en el campamento, así que intentaré terminarla ahora. El Señor me ayudó maravillosamente en el estudio que tenía que presentar. Todos parecían comprender y absorber las enseñanzas. Adjunto un esquema.

Yo quedé sorprendida viendo el contenido, la organización y, sobre todo, el español perfecto de ese estudio.

    Encontré un artículo de la Sra. Wagner, "Campamentos de jóvenes en Argentina" (Brethren Missionary Herald, Vol. 9, 1947). Describe el programa diario planificado por un comité especial.

"... un período devocional antes del desayuno, el desayuno y después de un breve interludio, tres o cuatro estudios bíblicos por la mañana. Entre estas clases bíblicas hay un breve intermedio durante el cual se proporciona algún tipo de recreación supervisada para aquellos que sienten que pueden hacerlo. También se llevan a cabo servicios de canto corto durante la mañana. Después del almuerzo se insiste en un período de descanso, a veces con cierta dificultad ... finalizado con un refrigerio de la tarde consistente en "mate cocido".

El resto de la tarde se dedica a actividades recreativas como natación, senderismo, juegos de pelota y tantos otros juegos como sea posible. . La recreación se interrumpe con la cena lo suficientemente temprano para que pueda terminar antes de que oscurezca. Se supone que la reunión de la noche debe concluir las actividades del día, pero los jóvenes siempre han querido continuar con un juego o dos después."

    La siguiente foto me dice que estaba feliz de ver a la Sra. Dowdy un mes después de su mudanza. Recuerdo a doña Elena, la cocinera contratada, por las maravillosas comidas y su eficiencia en la cocina. Todas las esposas trabajaban con ella. Mi recuerdo favorito relacionado con la comida de años posteriores cuando era una campamentista joven, es la hora del té de la tarde: mate cocido con pan y dulce! 


    La descripción que hace doña Laura en su artículo, nos ayuda a visualizar la cocina de campamento que nos sirvió tan bien.

"Naturalmente, el lugar que requiere la mayor parte de los equipos es la cocina. Se ha construido una cocina de querosene especial que consta de una fila de quemadores conectados a un tanque a presión grande. Las mesas con estantes debajo para los platos están colocadas como un mostrador en uno de los lados y en el centro proporcionando un armario y un lugar para trabajar. Por supuesto, los platos a menudo se llenan de polvo porque los estantes están abiertos y se el piso es de tierra, pero, después de todo estamos acampando y el polvo se quita con un repasador! Lo mismo que en las mesas. El lugar también ha demostrado ser muy práctico para atender a las multitudes en las conferencias

Es interesante que los gastos del campamento se mantuvieron bajos al poder usar el suministro de platos, teteras, etc. de la conferencia. La única dificultad con nuestra agua corriente es que se usa la que corre en el arroyo de abajo y tiene que ser llevada a la cocina a mano.

Los muebles del comedor consisten en tableros de mesa hechos especialmente que descansan sobre caballetes y las sillas son plegadizas. Un pequeño púlpito y un armonio portátil plegable en un extremo completan lo necesario para que el mismo lugar sirva como aula.

En las carpas de los dormitorios, el mobiliario es proporcionado por los propios jóvenes, cada uno con lo que necesita para la semana. Una cuerda tendida entre los dos grandes postes de la carpa hace de ropero para las niñas."

    Una de las experiencias favoritas en los campamentos era la caminata por las sierras. Estoy bastante segura de que yo no participé en la excursión ese primer año.


    La siguiente foto confirma mi sospecha. Me alegro de que mi mamá de veinticinco años haya podido disfrutar de la excursión sin mí.


    ¡Parece que había muchas niñeras dispuestas a cuidarme! Me acuerdo que los chicos y las chicas tenían áreas de natación separadas.


    La Denominación finalmente compró su propio lugar para el campamento y se fue equipando con edificios y equipos modernos. Se agregaron semanas para diferentes grupos etarios, así como un campamento para familias. Desde hace ochenta años, la tradición continúa.


    Entonces, ¿cómo sobrevivió mi familia a ese intenso verano? ¿Necesitábamos o anhelábamos unas vacaciones? Hablaré de eso en el próximo capítulo. Pero, por ahora, tengo presente uno de mis versículos favoritos: "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que caminásemos en ellas (Efesios 2:10). Creo que mis padres vivieron así, caminando hacia lo que creían que Dios había preparado para ellos y confiando en que Su gracia los sostendría.

1 comentario:

Pachín