martes, 14 de septiembre de 2021

Nacimientos y comienzos

 


    Poco después de nuestras breves vacaciones familiares en las sierras de Córdoba, Mamá escribió en una nota a sus padres (23 de marzo de 1947): Rita necesita una hermanita o un hermanito, y confiamos en que algún día llegará. Pronto cumplirá tres años y eso es mucho tiempo. 

    Papá también mencionó su deseo. Vemos todos los días que ella necesita un hermano o una hermana. Luego continúa explicando por qué, ella es bastante agradable en casa, pero una vez que está con los otros chicos, todo es suyo. 

    Otro motivo puede haber sido la presencia de nuevos bebés dentro de la comunidad misionera. A fines de noviembre, escribieron mis padres: los Schrock esperan dos en lugar de uno. El médico escuchó el latido de dos corazones y luego, después de que tuvieron una imagen de rayos X, pudieron ver muy claramente dos cabezas, dos columnas, etc. Que el Señor los ayude. . . ellos empezaron con sus puntos de predicación la semana pasada. . . Los bebés pueden nacer en cualquier momento ahora. . . Sin embargo, no creo que el Señor nos dé nada para hacer sin también darnos la fuerza necesaria. Los Schrock sólo tienen ropa suficiente para un bebé. 

    Luego, el 5 de diciembre, papá escribió: Los mellizos Schrock nacieron el 2 de diciembre. Los llamaron Norman Edward y Rebecca Ann. . . Estamos ansiosos por verlos ya mismo, pero quizás debamos esperar un poco más porque están a unos cien kilómetros de distancia. Tenemos auto y podríamos salir mañana mismo, pero los neumáticos son tan malos que debemos guardarlos para el trabajo en nuestros pueblos. Kathryn les va a regalar dos pulóveres. Hay mujeres aquí que tejen un suéter para bebé por dos pesos o u$d 50 centavos. 


    Para mi tercer cumpleaños en mayo, papá me hizo un cochecito para muñecas. ¿Esperaba prepararme para dar la bienvenida a un bebé en la familia? 

    Para los abuelos lejanos, mis padres agregaron más detalles descriptivos de como era yo a los tres años: Rita está creciendo más en sus acciones que en su cuerpo; ella es realmente pequeña. . . parece estar muy sana y bastante regordeta. Escribió papá. 

    Anteriormente, en respuesta a preguntas específicas, mamá había escrito: Mide alrededor de 85 cm de altura y pesa alrededor de 14 kg. Es una enana regordeta. Todavía usa los mismos vestidos que cuando la vieron. Recién la escuché decir "Buen provecho" a Margarita. Esto se dice cuando uno ve a alguien comiendo, significa que deseas que la comida tenga buen sabor y le caiga bien. 

    Papá agregó: Preguntaron si Rita habla español. ¡¡La pregunta es si habla inglés!! Conoce varios coritos en español y estábamos pensando que no sabe ni una sola canción en inglés... A ella le gusta acomodar a sus muñecas, osos y perros en una fila y guiarlos en las canciones, primero anunciando el himno o corito y luego cantándolo. 

    No mucho después, Dios les concedió su deseo, mi mamá quedó embarazada. 


    En el reverso de la foto, apenas se puede leer la nota descolorida, escrita a lápiz, con su hermosa letra. 

Octubre de 1947 

Tomada con un sol demasiado brillante, pero es una foto bastante buena de Rita. El vestido es el que me regaló Sam para mi cumpleaños. Lo envió desde Estados Unidos a través de Mamá Hoyt. 

    Desafortunadamente, el tesoro de cartas se ha agotado. A partir de aquí, me veo obligada a confiar en artículos, fotos, historias transmitidas en nuestra familia y mis propios débiles recuerdos. Estoy inmensamente agradecida por los años de correspondencia que sobrevivieron y llegaron a mi poder. 

    Entre las historias que se transmitieron en nuestra familia, había una sobre un viaje de dos horas en ómnibus hasta Río Cuarto en las que no pudieron callarme. Constantemente hacía ruidos. Cuando me preguntaron por qué, respondí: "Soy una máquina de hacer ruido". Durante mucho tiempo supuse que era cuando viajamos a la ciudad a buscar a mi hermanito. Pero no puedo verificar la ocasión exacta por falta de cartas. 

    Sin embargo, la llegada de un hermanito está bien documentada por el anuncio del nacimiento y las fotos que sobrevivieron a estas muchas décadas. 


Queridos amigos. 

¿Ven mi canasta grande? Jesús me envió un hermanito a la maternidad del Hospital de Rio Cuarto! 

Y lo voy a buscar. 

Llegó el 3 de enero, a las 10:30 a. m. y lo vamos a llamar Lynn Arthur. 

Mamá dice que es pequeño, pero yo creo que es grande porque pesa casi 3 kilos y medio. 

Adiós, debo irme porque papá tiene prisa.

  



    Parece que quedé encantada de tener un hermanito. Alrededor de este tiempo, hubo otro "nacimiento" que me ha traído gozo duradero: mi propia bienvenida a la familia de Dios. 

    Primero, permítanme presentarles a una persona que se destaca de manera prominente en mis recuerdos: la señorita Krieger, como la llamábamos. Theda Krieger fue la pionera de la evangelización de los niños, fundadora en 1947 de LAPEN (Liga Argentina Pro-Evangelización del Niño). 


    Cuando tenía cinco años, abrió su corazón a Jesús, pero cuando quiso responder públicamente a la invitación, un adulto la detuvo y le dijo: “Esto no es para vos”. Vivió cinco años con su alma atormentada, sintiéndose indigna y rechazada, hasta que comprendió la verdad de que Jesús también llama y da la bienvenida a los niños. 

    A los 100 años, invitó a todo el mundo a una celebración de la obra de Dios a través de su larga vida. En esa ocasión, hizo una súplica apasionada por personas que continuaran su trabajo para alcanzar a los niños. "Si todos ustedes aquí le hablaran a un niño por semana del amor de Jesús, que Él está preparando un lugar para ellos en el cielo si lo invitan a entrar, ¡piensen cuántos lo sabrían!" 


    Mi mamá siempre me dijo que fue la señorita Krieger quien oró conmigo la primera vez para invitar a Jesús a entrar en mi corazón. No puedo recordar la experiencia ni señalar una fecha. Sin embargo, lo creo. Fiel a la pasión de su vida, no perdió la oportunidad de compartir el amor de Jesús con cualquier niño que se cruzara en su camino. Yo fui uno de ellos, a los tres años. 

    Lo que sí recuerdo claramente es que cada vez que escuchaba que Jesús llamaba a la puerta de mi corazón, oraba para dejarlo entrar. Entonces, un día, una tal señorita Hebe me explicó que Jesús nunca me dejaría, por lo que no necesitaba invitarlo una y otra vez. Su Espíritu viene y se queda conmigo para siempre. 

    A medida que crecía, llegué a comprender y amar Apocalipsis 3:20 (NTV): “¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos.” 

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Pachín