Debimos conocernos cuando éramos muy chicas porque nuestros padres eran pastores en la misma denominación, aunque no nos veíamos muy a menudo ya que nuestras familias vivían en diferentes provincias y solo se reunían en campamentos de verano y/o conferencias generales anuales.
Esta vez, sin embargo, los Siccardi llegaron a Buenos Aires por motivos médicos.
Mirtha contrajo polio siendo bebé. Cuando llegó a la adolescencia, su columna vertebral comenzó a deteriorarse y desviarse rápidamente, poniendo en peligro órganos vitales: pulmones, corazón y médula espinal. El motivo de su visita a la capital fue una consulta con especialistas en el Hospital Británico donde su hermana mayor, Eunice, se estaba formando como enfermera.
No puedo precisar las fechas exactas en que eso sucedió; sin embargo, Mirtha recuerda que fue al inicio de la “Revolución”, quizá fuese en septiembre de 1955.
Encontré un pedido de oración en la revista denominacional referido al momento en que fue hospitalizada.
(Brethren Missionary Herald, 18.08.56)
La decisión final del equipo médico fue que Mirtha debía guardar cama. Pasó cinco años de reposo en cama durante ese período crítico de crecimiento. Su sabio padre percibió el don que tenía para escribir y la animó a participar en un concurso organizado por L.E.A.L. (Literatura Evangélica para América Latina). ¡Su novela ganó el tercer lugar! Más de una Editorial quería publicarla, pero se la llevó Moody Publishers. Fue un best-seller y se agotó. Entonces, sin aviso, Moody hizo una segunda edición y le cambió el título. También se agotó.
Nuestra correspondencia comenzó ya en 1954 cuando apenas teníamos 9 y 11 años. Mirtha conservó cuidadosamente todas nuestras cartas en una carpeta grande. Yo se la pedí prestada ya que había perdido las suyas en los muchos traslados de nuestra vida y estaba buscando referencias que me ayudaran a recobrar memorias de aquellos años. Como mi hermano y mi cuñada estaban sirviendo en Argentina en ese momento, pudieron traérmela a los EE. UU. Prometí enviar de vuelta la carpeta con ellos cuando regresaran a la Argentina después de unos meses en Estados Unidos. ¡Entonces ocurrió un incendio en nuestra casa!
Sorprendentemente, Dios protegió esas cartas. Sufrieron daños mínimos, algunos bordes quemados y marcas de agua, pero aún así en su mayoría resultaban legibles. Pude escanearlas antes de devolver la carpeta a Mirtha. Por lo tanto, seguirá siendo otro recurso preciado al que recurrir mientras escribo las historias de mi vida.
Pero ahora, permítanme volver atrás y añadir a la historia de la vida de Mirtha.
Encontré un artículo publicado en abril de 1944 contando el gravísimo caso de parálisis infantil de la pequeña Mirtha y la intervención de Dios en respuesta a la oración.
Mirtha es casi dos años mayor que yo. Nuestra correspondencia comenzó cuando éramos niñas.
3 de marzo de 1954 |
En el campamento de ese año éramos tres niñas pequeñas que solíamos estar juntas. Adoptamos los siguientes apodos: Ester era ovejita, yo pollito y Mirtha, conejito. Mi siguiente carta, del 28 de julio, estaba debidamente ilustrada.
La última carta en la carpeta gruesa está fechada en mayo de 1972. Para entonces, yo estaba casada y vivía en Alemania.
En los años intermedios, Mirtha sacó el título de profesora de literatura. Durante veinte años estuvo a cargo de Idea-Coordinación y Redacción de la revista infantil cristiana, El Puentecito. Desde el principio el director de la Editorial El Puente, Lic. Marcelo Laffitte, le dejó toda la responsabilidad de la revista. Compartir el evangelio con la generación joven ha sido su pasión de toda la vida.
Esta es una muestra temprana de la revista, publicada poco antes de que Mirtha se casara con Aldo Ferro.
En enero de 1997 tuve el privilegio de viajar a Argentina y pasar unos días en su casa.
El año pasado, Mirtha perdió al que fue su esposo por más de treinta años. La siguiente es mi foto favorita de esta pareja querida.
Sorprendentemente, Dios la ha guardado todos estos años para difundir amor y cuidado a los demás.
El 17 de junio es su cumpleaños número 80. En su honor, aquí hay una oración de bendición.
El Señor te bendiga y te guarde;
el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti
y tenga piedad de vosotros;
el Señor vuelva su rostro hacia ti
y te de paz.
Números 6:24-26 - NVI
Tan maravillosos testimonios!!!
ResponderBorrarEl de Mirta Siccardi misma... No pudieron con la FE de ella misma, con su fuerza 'enviada', sumado a la convicción con tanta Fe, Perseverancia, Fidelidad en las súplicas de muchos!!!
"CLAMA A MÍ Y YO TE RESPONDERÉ" JER. 33:3
¿Hace falta ALGO más?