Había llegado nuestro momento de regresar a los Estados Unidos. ¿Por qué nos veríamos tan tristes en la foto? ¿Sería por dejar Argentina por un año? ¿O sería que adoptábamos esa apariencia, ya pasada de moda, para las fotos?
Me sorprendió descubrir en cartas de la "tía" Margaret que volamos desde Río Cuarto, en el centro del país, y no desde Buenos Aires, la capital. No recuerdo nada de esa época. Sin embargo, los detalles que ella escribió son interesantes.
Esperamos a los Hoyt mañana por la noche, así que ésta será una semana muy ocupada. El jueves irán a Río Tercero para visitar a los Churchill y regresarán aquí el viernes. Luego, el sábado a la mañana, salen desde Río Cuarto en avión, así que nos divertiremos despidiéndolos. Tengo muchas ganas de tenerlos cerca porque hemos sabido muy poco de ellos desde que volvimos. [Los Marshall fueron nuestros primeros vecinos misioneros y queridos amigos en La Carlota.]
Los Hoyt han ido y han vuelto. Llegaron el miércoles por la tarde justo a la hora de la cena. Tenía preparada la cena antes de la reunión de mujeres para que estuviese lista: Comimos guiso de fideos, arvejas y atún, ensalada de col y pastel de limón. (hice 4 pasteles esa mañana).
Salieron para Río Tercero el jueves por la mañana y regresaron aquí el viernes a la hora del almuerzo. Estuvieron muy ocupados lavando ropa, comprando algunas cosas de última hora, bañándose, etc., el resto del día. El sábado a la mañana fuimos todos al aeropuerto para despedirlos. Volaban a Chile y, desde allí, a los Estados Unidos. Aterrizarán en Pittsburgh el miércoles por la noche.
Cuanto más leo las cartas semanales de Margaret, mayor es mi admiración por ella. No sé cómo se las arregló para mostrar hospitalidad a los constantes visitantes que pasaban por la sede mientras se mantenía al día con tres chicos pequeños muy activos, así como con todo el trabajo misionero. Y todo ese año, 1957, estuvieron lidiando con el trabajo adicional de las reformas: un techo nuevo, algunas remodelaciones y todo el edificio repintado habitación por habitación. A medida que se trabajaba en la vivienda de la familia, se mudaban de una zona a otra, continuamente, incluso instalaron una cocina en otro lugar y usaron los baños afuera por un tiempo.
Sobre el vuelo, recuerdo el cambio notable en el paisaje mientras volábamos hacia el oeste y sobre la cordillera de los Andes. Las llanuras centrales se convirtieron en colinas ondulantes, luego montañas, algo de nieve en los picos y finalmente todo lo que se podía ver era un paisaje blanco, sin siquiera una mancha de color o un punto negro. Era invierno y volábamos sobre la zona donde se encuentra el pico más alto de América, el Aconcagua con una altura de 7.000 metros. Creo que este fue el vuelo en el que tuvimos que usar máscaras de oxígeno mientras volábamos a altitudes tan altas.
Una semana después de dejar Don Bosco, llegamos a Pittsburgh, en el oeste de Pensilvania, no muy lejos del hogar de los Hirschy en el pueblo de Evans City, donde mi abuelo pastoreaba la iglesia bautista.
La primera foto es de la iglesia y la casa parroquial donde creció mi mamá y se casaron mis padres.
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Iglesia bautista y casa pastoral a la derecha
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Algún tiempo después, se construyó una nueva iglesia un par de cuadras más adelante. Y el antiguo edificio de la iglesia se convirtió en un hogar para misioneros durante su licencia, tal como se ve en esta tarjeta de Navidad de 1955.
No tengo ningún recuerdo de nuestra llegada, así que solo puedo imaginar que mis abuelos y/o el tío Phil nos recibieron en el aeropuerto. Tampoco sé por qué mis padres eligieron vivir en Evans City durante el año. La licencia anterior la pasamos en Winona Lake, donde se encontraba la sede de nuestra misión. Papá construyó una casa allí durante ese tiempo. Nuevamente este año, papá tomó parte en un proyecto de construcción, una adición a la casa parroquial, un pequeño departamento para el abuelo y la abuela, mientras nosotros ocupábamos la casa principal.
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El anexo |
Ambos apartamentos en la casa misional de al lado estaban ocupados. Una de las familias era la de Joyce (la hermana mayor de mamá) y Ed de Rosset y sus cuatro hijos, de permiso desde Perú. Fue durante este año que creció una amistad con mis primos Karin, Eddie, Rosie y Freddy.
Karin, dos años mayor que yo, me pasó parte de su ropa. Anotó la abuela en su carta semanal del 18 de octubre a su familia dispersa en el extranjero. "Rita ha crecido bastante desde que llegaron. Podemos decirlo por la ropa. Lleva varias polleras y blusas de Karin que a ella ya le quedan chicas.
Eddie y yo estábamos en octavo grado. Recuerdo lo guapo que era con su espesa mata de pelo rojo.
Rosie y yo a menudo caminábamos juntas a la escuela. Ella estaba en cuarto grado, yo en octavo.
[Nos entristeció saber que la escuela está cerrada ahora después de ochenta y cuatro años.]
En la misma carta, la abuela mencionó los viajes de mis padres y algo de lo que Lynn y yo estábamos haciendo. "Las cartas de Kathryn dicen que tuvieron un viaje seguro a Tennessee. Solon ha estado bastante ocupado predicando cinco veces. Se estaban quedando con la Abuela Hoyt en Grandview".
Lynn y yo nos quedamos con la abuela Hirschy para no faltar a la escuela. Aldo fue con mis padres y llevó los libros de la escuela para que mamá lo ayudase a no quedar atrás.
Sábado, 19 de octubre: "Esperamos que Solon regrese a casa el lunes. Tienen que estar en Dayton, Ohio, el domingo... Rita subió a limpiar arriba y Lynn ha estado tocando la trompeta que recibió ayer. Ahora salió a rastrillar las hojas".
La siguiente carta semanal, el 25 de octubre, agrega que manejaron durante toda la noche para que Aldo pudiera asistir a la escuela por la tarde.
Estaban cansados y se acostaron durante una o dos horas. Luego en la tarde trabajó en el edificio de nuevo. Mañana él [Solon] tiene que ir a Canton, Ohio. Esta es la iglesia que los apoya, y quieren que venga toda la familia. Tiene otra cita en Ohio la próxima semana. Es evidente que no le dan mucho descanso. Y supongo que nosotros tampoco. Sin embargo, disfruta más trabajar en esto aun cuando le duelan sus músculos.
A lo largo de ese año, las cartas de la abuela incluían detalles del progreso del edificio. Los dos cuñados (Solon y Ed) trabajaron de manera constante y sacrificada. En noviembre ella escribió: "El anexo está progresando. El baño está casi listo para pintar y colocar los bloques en el piso. La plomería está casi terminada".
¿Dónde estaba el abuelo Hirschy todo este tiempo? Después de treinta años de pastorear la Iglesia Bautista de Evans City, le concedieron una licencia ministerial. Pasó octubre y noviembre en la isla de Barbados. Escribió que el clima cálido mejoró su catarro. Allí se sentía más tranquilo. Su estómago había mejorado incluso sin medicación. Temprano, todas las mañanas caminaba hacia el océano, a unas ocho cuadras de distancia. A mediados de noviembre había predicado más de cincuenta veces, estaba resfriado y se sentía tan solo que podría llorar.
La abuela estaba luchando para mantenerse al día con todo durante su ausencia. "Tengo toda la correspondencia que Pop tenía que atender además de responderle a él y escribirles a todos ustedes".
Mis abuelos habían orado por una familia misionera. De sus seis hijos, cuatro salieron como misioneros, en dos continentes, África y América del Sur. Mucho antes de Internet o incluso de un servicio telefónico de larga distancia bueno y asequible, la comunicación era un desafío. Durante décadas, el abuelo y la abuela mantuvieron a la familia informada y unida mecanografiando extractos o resúmenes de las cartas que recibían cada semana y enviando por correo versiones con copias hechas con papel carbónico. (Tampoco había fotocopiadoras en ese entonces.) Esperábamos con ansias estas extensas epístolas a un solo espacio, ¡y las atesoramos hasta el día de hoy!
Ahora, sobre mi otra abuela, la que nunca llegué a conocer muy bien. Ella me cuidó y debe haber sido muy valiosa para nosotros cuando vivía muy cerca, en Winona Lake. Sin embargo, yo era sólo una bebé.
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Abuela Hoyt con Rita |
Tengo un vago recuerdo de jugar con botones o baratijas que guardaba en un cajón inferior. La foto me dice que disfrutó cuidándome, yo era su primera nieta, después de varios nietos varones.
La admiré desde lejos, por todo lo que aprendí sobre ella. Perdió a su hijo primogénito de tres meses, luego tuvo diez hijos más (incluido un par de gemelos) durante un período de quince años. La vida era dura. Eran muy pobres. Había mucha disfunción. El abuelo Hoyt abandonó a la familia cuando papá (hijo número 8) era todavía un joven de unos 16 años. Y, sin embargo, los diez sobrevivientes alcanzaron altos niveles de educación y la mayoría, si no todos, estaban involucrados en el ministerio cristiano.
Papá nunca hablaba mucho de sus padres. Era un hombre de acción y vivía en el presente. El pasado le traía recuerdos dolorosos.
Más recientemente, encontré un par de documentos y cuatro cartas escritas a mano que me decían mucho más sobre esta increíble mujercita, a la que según muchos yo me parezco.
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La casita blanca de la abuela en Grandview, TN |
El primer documento:
EL ITINERARIO DE ANNA LEOLA DORSEY HOYT DESDE SU NACIMIENTO
(Una copia de las notas encontradas entre los papeles de la abuela Hoyt)
Ella había mantenido un registro de sus muchos movimientos desde los 9 hasta los 72 años: reubicaciones familiares y, en sus últimos años, visitas a cada descendiente mientras viajaba de uno a otro. Conté al menos ochenta y cinco movimientos.
Las únicas cuatro cartas que tengo en mi poder fueron escritas a mi familia en 1957. Ella hacía comentarios sobre cada detalle de lo que estaba pasando en nuestras vidas en Argentina y luego compartía sus noticias y las novedades que sabía de los demás Hoyts. Siempre hubo un anhelo de saber de nosotros, y que el tiempo pasara rápido hasta nuestro regreso a los Estados Unidos.
14 de enero:"Vuestra carta del 3 de enero fue muy bienvenida porque la había esperado desde el primero de noviembre. Espero que estén bien ubicados en la nueva casa. Mudarse es una dura tarea que he aprendido a lo largo de muchos años. Seguramente espero que hayan podido dejar el templo en perfectas condiciones para el programa de Navidad... 86 fue un buen número en su programa de Navidad, ¿no es así?"
Disfrutaba de su casita y de la iglesia cercana. Ayudó a iniciar una clase de escuela dominical para adultos. Estaban estudiando las profecías en el libro de Daniel.
Fue un invierno muy frío. Tuvo que calefaccionar con leña, "Se acerca la hora de la tarea para mí. Debo traer palitos pequeños que se quemen rápidamente, luego algunos grandes y secos que mantengan el fuego por más tiempo y finalmente muchos pedazos grandes y verdes para mantener el fuego toda la noche".
Cuando llovía, sin embargo, había un trabajo extra. "Mi pila de leña está completamente saturada de agua. Tengo que traer algunas piezas pequeñas por la noche para secarlas en el horno y prepararlas para encender el fuego por la mañana".
Los problemas raciales eran predominantes allí en ese momento. Hubo actividad del KKK. La cocina y el comedor de un campamento de negros cerca de Grandview fueron incendiados. "El sentimiento contra los negros es una amenaza que crece rápidamente", escribió la abuela el 30 de abril.
En febrero, la abuela recibió por correo el Bryan Newsette (periódico de la Universidad de Bryan, el alma mater de mis padres) y escribió: "¡Mira! ¿Qué vieron mis ojos? Una carta de Solon y Kathryn, y lo que más me gustó fue su intención de visitar Grandview".
Más adelante decía: "Oro para que puedan pasar un tiempo aquí y luego me gustaría estar donde pueda verles muchas veces durante la licencia".
Como ya se mencionó, mis padres y Aldo visitaron a la abuela Hoyt en Grandview. Estuvieron seis días, quizá la última vez que estuvieron juntos. Probablemente Lynn y yo nunca la volvimos a ver. A principios de diciembre, enfermó y murió. Tenía 73 años.
Recuerdo la tristeza de mi padre cuando ella falleció. Fue el único de nuestra familia que viajó al Winona Lake para el funeral.
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Reunión de la familia Hoyt para el funeral de la abuela
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El segundo documento en mi poder:
DIARIO DE LA ABUELA DE 1957
(Extractos del diario de Anna Leola Dorsey Hoyt de 1957, año de su muerte)
Quizás quien compiló esto lo hizo en un esfuerzo por comprender qué condujo a su fallecimiento. Sus brevísimas anotaciones diarias me recordaron los diarios de la abuela Hirschy. Solo hubo un indicio de un problema: "8 de septiembre: tuve un leve ataque al corazón alrededor de la 1 o 2 de la mañana. También tuve (casi) un mareo a las 8 de la mañana". Inmediatamente pasó a los problemas de agua que estaba teniendo: "El pozo se secó o algo anduvo mal con la bomba". Nada más dice sobre su salud.
La causa terrenal de la muerte seguirá siendo un misterio. Sin embargo, sabemos que Dios tiene un tiempo señalado para que cada uno de nosotros nazca y muera. Sus caminos son perfectos. Y también sabemos que estar en Su presencia es insondablemente más deseable y Él anhela recibir a los Suyos. "Preciosa a los ojos del Señor es la muerte de sus santos (Salmo 116:15)".