viernes, 31 de marzo de 2023

1963

  


Mi último año en Argentina fue difícil en muchos aspectos: escuela, relaciones, iglesia, etc. Mi amiga Mirtha, a lo lejos, sintió algo en su espíritu, y escribió:
Manita, [hermanita] ¿te está pasando algo en especial que me dan tantas ganas de verte o son "sentimientos" míos?. . . Vos sabés que siento necesidad de orar por vos especialmente.
Consolada y animada, respondí: 

¡Qué maravilloso es el Señor! Pensar que Él te contó a vos que yo necesitaba tus oraciones, que me pasaba algo en serio. . . Parecía estar hundida en un pozo de desesperación, de desánimo, de tristeza. . . estaba fracasando en todo. En la escuela me iba mal en las prácticas, en las materias. Me sentía inútil.

Un querido amigo cercano, también sintió la necesidad de orar mucho por mí.

No mucho después, experimenté una actitud diferente, una nueva perspectiva de la vida. Volvió la alegría, aunque las exigencias de la vida no habían disminuido.

En mi último año de secundaria; la carga era muy pesada. Le expliqué a mi amiga lo terribles que eran las presiones académicas con los nuevos exámenes trimestrales y que los profesores agregaban más y más material.

. . . te digo que que este año tantas veces he querido abandonar la escuela completamente, tirar los libros y no verlos más.

Pero, Mirtha, te aseguro que el Señor me da tantas fuerzas físicas y espirituales y me ayuda tanto. Si no fuera por esto no sé qué pasaría.  

En ese momento en Argentina, la Escuela Normal era una carrera de cinco años que nos preparaba para convertirnos en maestros de enseñanza primaria. Los dos últimos años se centraban en cursos de pedagogía, incluida la enseñanza práctica. La planificación de lecciones era especialmente desafiante y pasé una gran cantidad de tiempo en su preparación. Eventualmente, para mi sorpresa y la de mis profesores, cuando estaba enseñando en el salón de clases, me sentía a gusto. 

La agenda era tan apretada, tan poco tiempo libre, tan poco sueño, ansiaba descansos o vacaciones. Cuando murió el Papa Juan XXIII (3 de junio de 1963), adolescente inmadura que era, en lugar de lamentar la muerte del buen Papa (Il Papa Buono), me alegré de tener un día libre.

Nuevamente en noviembre tuvimos un día de luto nacional, sorprendentemente fue por la muerte del presidente J. F. Kennedy. Su asesinato conmocionó al mundo. Es uno de esos eventos que se quedan grabados en la memoria. Recuerdo cuando el Sr. Gammel, nuestro vecino de al lado, llamó por encima de la cerca para darnos la noticia.

Esto es un aparte, pero hay otra anécdota interesante que involucra a los Gammel, nuestros ancianos vecinos alemanes. Habían perdido a una hija joven hacía muchos años. Cuando estuvieron listos para separarse de una hermosa muñeca que atesoraban, me la regalaron de manera generosa y ceremoniosa. Era grande y hermosa. Lamentablemente, yo ya estaba más allá de la edad de jugar con muñecas y no entendí el significado de lo que me habían otorgado. Nunca supe mucho acerca de la pérdida de esa hija. Y ahora, me pregunto qué habrá sido de aquella muñeca.

Mientras tanto, la vida familiar era muy intensa. 

Le escribí a mi amiga sobre Baby Alan

el nene más hermoso del mundo, está gordísimo. Tiene ojos azules, cabello igual que mi mamá . . . se ríe muchísimo; esta mañana no lo podíamos parar en la Escuela Dominical. 

Ivan está muy contento con su hermanito . . . no está nada celoso. Lo único que es un poquito brutito, es decir que no es tan suave como debiera ser y generalmente tiene las manos sucias, así que no le dejamos tocar a Alan. 

Podía distraerme tan fácilmente disfrutando de mis hermanos pequeños... 

Volví a las 5 de la práctica. Cuidé un poco a Alan y después estuve un rato con Ivan enseñándole algunas letras. 

Más adelante en la carta, me reprendí por "perder el tiempo". Traté de preparar un plan de clase esa noche, pero tuve que levantarme a las 3:30 para terminarlo. 

Más detalles familiares aparecen en la carta de papá a mis abuelos. 

27 de abril—Esta noche es un buen momento para estar en casa. Está lloviendo y ha estado gris toda la tarde y parte de la mañana. Acabamos de terminar la cena: Kathryn y Rita están lavando los platos, Lynn está estudiando, Aldo se está entreteniendo cerca de Lynn, y Ivan los está molestando a ambos. Alan acaba de tomar su biberón y le está sonriendo soberbiamente a Rita. Es verdaderamente el príncipe de la casa. Ha sido tan bueno y es tan agradable y gordo. Deseamos que todos pudieran verlo. Bueno, ya no falta demasiado. Los meses pasan tan rápido que me pregunto si terminaremos todo lo que debemos hacer antes de nuestra hora de partida. 

 

Esta semana pasada terminamos de unir los techos de los tranvías que tenemos en Quilmes. Debemos terminar una pared, reparar un poco el piso y colocar el resto de los bancos y luego, al menos temporalmente, terminaremos con esos dos tranvías. Luego debemos ir al segundo anexo y juntar los dos que tenemos ahí en Villa Domínico. Después de eso debería terminar la casa pastoral que comenzamos en febrero. 

Los Horas Felicess que tenemos en las dos localidades han ido muy bien hasta el momento. 

 
Le conté a Mirtha una experiencia divertida cuando mi grupo de Hora Feliz tuvo una visita inusual antes de que empezáramos a usar los tranvías. 
. . .tuvimos 24 niños y un borracho. ¡Pobre hombre! Se portó bastante bien considerando la condición en que estaba. Se sentó en el pastito, atrás de todo, como un chico. Llegó justo cuando iba a enseñar el texto y yo no me había dado cuenta que estaba borracho. Empecé a decir algo del texto y él dijo con voz gangosa: "El primer texto que entró en la Argentina fue el textil con doble s". Yo me sorprendí tanto que lo miré y me detuve pero Julio me hizo señas de que continuara. Entonces no le hice más caso y se portó bastante bien. A veces decía cada cosa tan loca que los chicos se daban vuelta y se reían y él se reía también. El texto era Juan 15:13 y cada vez que decíamos Juan 15:13 él se reía. Dijo "poner la vida por amigos . . . está bien . . . pero . . . Juan 15:13  ja! ja! ! !"

Durante la lección atendía como si fuera un chico y repetía muchas palabras que usaba Mabel pero en realidad eso no molestaba mucho. Cuando los chicos se daban vuelta, les decía: "Atiendan . . . que esto es bueno . . . para oírlo . . . y aristocrático para sentirlo." Y después le decía a un chico: "Pelopincho ¡Pelopincho! Atendé!" 

Al final cuando Mabel estaba dando el plan de salvación la interrumpió para preguntarle: "¿Quién decide la maldad del destino? ¿Quién es el promotor?" Mabel no entendía y no sabía qué contestarle pero le dijo: "Todos somos pecadores y el único que puede salvarnos es Jesús, etc." El hombre dijo, despacito y con una voz rara: "Gracias, señora". Y, después: "Perdone, la interrumpí . . . con . . . una pregunta . . . indiscreta. . . Quería saber . . . A mí me gusta . . . Yo quiero a Dios, a Jesús, a todos". 

Cuando Ricardo lo saludó le dijo: "Muuuuuchas gracias. El saludo es suyo cordial y siempre." 

Esta última frase la repetimos tantas veces entre nosotros que seguro pasará a la historia.

 
En la carta familiar fechada el 10 de junio, la abuela escribió:

Recibimos una carta muy agradable de Lynn la semana pasada. Desearía poder copiarla completa pero, el tiempo y el espacio no lo permiten. Algunas citas: "Papá estuvo en cama enfermo dos días debido a su espalda. Mamá está muy contenta con Alan la mayor parte del tiempo, pero a veces no está tan contenta porque él regurgita mucho. Te echa mucho de menos. De hecho, todos lo sentimos."

La verdad era que mamá tenía un dilema en ese momento. Las noticias sobre el deterioro de la salud del abuelo Hirschy la preocupaban profundamente. ¿Debería intentar volar a los Estados Unidos para verlo? Pero, ¿cómo podría dejar a la familia durante este tiempo tan ocupado y con un bebé? ¿El abuelo llegaría a ver al nieto que llevaba su nombre? La abuela había expresado su sincero deseo de que pudiéramos viajar de regreso a los EE. UU. antes de que fuera demasiado tarde. Sin embargo, eso no iba a suceder. El cáncer detectado en primavera, siguió propagándose y falleció el 25 de agosto, tres días después de que celebraran su 50 aniversario. 


El año escolar terminó en noviembre y, a pesar de las muchas pruebas y tribulaciones, ¡me gradué!

Ceremonia final

Egresados de 5º 3ª 

Entonces comenzaron los trámites burocráticos y el papeleo para poder salir del país. 
Le describí detalladamente a Mirtha algunas de esas salidas.
viernes, 13 de diciembre de 1963

Aquí estoy en pleno centro de Buenos Aires, en el auto frente a un taller mecánico. Hacia adelante veo el Ministerio de Comunicaciones a la izquierda y el Luna Park a su lado a la derecha. . . Si miro atrás veo la Casa Rosada y recién lo vi  a Illía asomado a la ventana (ja! ja!) [¡Ahora sé quién ganó las elecciones del 7 de julio!]  Estoy aquí sola con Ivan. Mi papá fue a hacer algunas cosas mientras arreglan el coche que se nos paró acá en la Capital de golpe (por suerte delante de este taller). 

Este es el cuarto día que venimos a la Capital. Ya estoy cansada de ver edificios, edificios y más edificios.

El martes vinimos en auto. Llovía, llovía y llovía. Fuimos a la Policía. Lynn, Aldo  y Alan argentinos sacaron sus pasaportes. Mi papá sacó un certificado de viaje, mi mamá ya lo tenía. Yo debía sacarlo pero cuando presenté la cédula y vieron que era de la provincia dijeron que no servía y que debía tener uno de la Capital. Y también nos enteramos de que Ivan no podía irse del país sin tener cédula. Así que los dos debíamos obtener cédulas. Para ello necesitábamos: 1º) Ficha de entrada al país y 2º) Ficha de nacionalidad.

Fuimos a buscar lo 1º a Migraciones y para mí casi no hubo problema porque yo ya estaba registrada y había ido otras veces. Sólo un problema hubo y era que me lo querían dar el 18! (y el 20 nos vamos). Tuvimos que hablar con el jefe para que nos hiciera un favor. 

Pero resulta que al niño Ivan no lo habían registrado, no sé cómo, entonces por supuesto no podían darle una ficha de entrada si ni sabían que existía! Pidieron partida de nacimiento, no teníamos (solo algo que no era lo mismo y no servía). Pidieron otra cosa. . . Bueno, para ese día habíamos hecho suficiente así que nos volvimos, pero . . . llovía, llovía llovía!!! Las calles estaban hechas ríos, las veredas cubiertas de agua, muchos negocios cerrados porque el agua llegaba a sus puertas o aún entraba. . . La avenida Mitre por la cual teníamos que pasar imprescindiblemente para llegar a casa, estaba peor. Dos veces el auto se paró por estar demasiado hundido en el agua y tuvimos que pagar $200 cada vez para que nos sacara un caballo cuyo dueño estaba muy contento ese día (¡ja!)

Al día siguiente vinimos mi papá Ivan y yo, pero en tren, subte, a pie etc. y así dos días estuvimos andando, caminando, caminando, esperando, esperando en una oficina y en otra y cada vez surgía algo nuevo.

Ayer, por ejemplo, fuimos al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto para hacer legalizar tres papeles que sacamos en el Consulado norteamericano. Eran las fichas de nacionalidad una para mí y dos para Ivan (una para presentar en la Policía y otra para Migraciones).

Sorprendentemente, todo salió bien para nuestra oportuna partida, el 20 de diciembre de 1963.

Ángel Camandona, el nuevo pastor, apodado Pachín, había llegado una semana antes.

Pastor Pachín frente a la casa pastoral

Margaret Marshall escribió sobre su experiencia de la memorable despedida. 
20 de diciembre 
El viernes por la noche todos fuimos al aeropuerto a despedir a los Hoyt. Se suponía que su avión saldría a las 7:30, y eran casi las 10:30 cuando finalmente partió. . . Había varias personas de nuestras otras iglesias allí.

Algunos de los que nos despidieron

Mirando hacia atrás, a modo de reflexión sobre lo que Dios había hecho, compartí con Mirtha, en la carta antes mencionada.
Siempre me acuerdo de una reunión de iglesia hace más de un año, que fue muy acalorada y realmente histórica. En ella se habló de la necesidad de un pastor cuando nos fuéramos nosotros. Todos estábamos de acuerdo en eso. Luego hablamos de la necesidad de proveerle una vivienda a ese pastor. También estábamos todos de acuerdo. Después se habló de Villa Domínico y de lo necesario que era tener un local o algo para la Hora Feliz, pero sobre todo para comenzar a trabajar con los mayores. En este asunto surgieron las diferencias: unos pensaban que era muy urgente la necesidad y que debíamos hacer algo y otros que lo primero que había que hacer era la casa pastoral y luego se pensaría en villa Domínico. . . Esto nos llevó a orar desde ese día por un pastor, la casa pastoral y un lugar en Villa Domínico. Y el Señor nos dio las tres cosas, y como si eso fuera poco nos dio otro anexo más.

Así terminó mi vida en Argentina. Mis padres y tres hermanos regresaron luego de un año. La foto del pasaporte familiar (que abre este capítulo) tenía mi rostro y el de Lynn tachados y también indicaba nuestra cancelación en una página aparte. Mi hermano y yo comenzábamos un nuevo capítulo de la vida. Este es el final de la Primera Parte. Como apéndice, un episodio más resume y describe una relación significativa que no se puede olvidar.

Y a aquel que es poderoso para hacer todas las cosas 
mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos,
de acuerdo con el poder que obra dentro de nosotros,
a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús
por todas las generaciones,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Efesios 3:20-21

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Pachín